La recuperación turística será el siguiente capítulo, después del drama y la tragedia vividos al paso del huracán Otis en este importantísimo destino del Pacífico mexicano y de la aplicación del programa de emergencia que se enfoca más en la atención de apoyo a las familias afectadas.
El reto es enorme y se anticipa que la reactivación se dará de manera paulatina. Los pocos establecimientos que están en condiciones de operar en el corto plazo tendrán actividad por el lado de los trabajos de reconstrucción y a cuentagotas por el lado de la demanda de viajes de placer, recordando que el perfil del destino es fundamentalmente nacional (poco más de 98%, según nuestras estimaciones) y arribando por vía terrestre, con un alto contenido de segundas residencias. Esta composición, por cierto, supone una marcada estacionalidad que explica que hace muchos años la ocupación hotelera de la plaza se sitúa apenas arriba de 40%, en contraste con la media nacional, que oscila entre 60% y 65%.
El martes pasado, en un comunicado de prensa, la Secretaría de Turismo anunciaba que el titular de la dependencia y la gobernadora del estado habían acordado posponer la realización del Tianguis Turístico, originalmente programado para realizarse en este puerto el próximo año, y que se convocaría a una reunión del comité de selección de este foro en busca de una sede alterna, estableciéndose que el Tianguis regresaría a Acapulco para 2025. Según se sabe, entre otros nombres para la reubicación el evento se barajaban Los Cabos, Estado de México y Quintana Roo.
Sin embargo, de manera sorpresiva, el viernes en la reunión del citado comité, el secretario Torruco anunció que siempre sí habrá Tianguis Turístico en 2024 en Acapulco, señalando que esto se hará “con el propósito de apoyar aún más a la población, a los prestadores de servicios y todos los sectores en general”. La decisión causó revuelo en los diferentes corrillos del sector, polarizándose las opiniones a favor, sosteniendo que es una gran idea, como en contra, diciendo que es una insensatez.
Con la limitada información de que se dispone sobre el estado de inventario hotelero y en general de servicios turísticos, la decisión, ciertamente, supone un enorme reto y también un riesgo mayúsculo. En mi opinión, no obstante, me parece que es una decisión correcta y que, reconociendo las enormes dificultades que entraña, tiene méritos suficientes para ser impulsada.
Una consideración inicial es que muy probablemente las dimensiones de esta feria turística serán acotadas y se tendrá una asistencia más compacta de compradores y oferentes. El compromiso de la realización del Tianguis puede servir como una importante motivación para los prestadores de servicios locales, siempre y cuando se cuente con apoyos públicos suficientes para afrontar el compromiso. Me parece también que, dado todo lo que hemos visto, del lado de los participantes puede haber mucha generosidad y solidaridad hacia el destino y, seguramente, se contará con una asistencia decorosa.
Es cierto que desde el punto de vista comercial tal vez no será la mejor feria turística, pero creo que, por esta ocasión, ese propósito puede pasar a segundo término y, en contraparte, vale la pena tomar el riesgo de presentar una cara positiva del destino, basada en el coraje de los acapulqueños y los apoyos que puedan concretar los diferentes niveles de gobierno. Adicionalmente, ser sede del Tianguis a poco más de seis meses del impacto de Otis puede significar un motivo de orgullo para la población, sin desconocer que, de no cumplirse con la atención de los enormes requerimientos que hoy tiene la población, puede también significar un rechazo al evento.
Evidentemente, la decisión de hacer el Tianguis en 2024 tiene un carácter político, pero muy bien puede ser justo lo que se necesita. Además de mandar un mensaje de que el destino está en pie, el Tianguis puede ser el mejor momento para presentar la estrategia de recuperación turística de Acapulco.
Director del Centro de Investigación y Competitividad Turística (Cicotur) Anáhuac
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