En días pasados, el Foro Económico Mundial dio a conocer la actualización de su índice de competitividad turística, publicando una nueva versión con una revisión metodológica, así como con una denominación también novedosa: Índice de desarrollo de los viajes y el turismo. Las principales modificaciones realizadas tienen que ver con el propósito de reflejar con mayor claridad la creciente importancia de la sostenibilidad y la resiliencia en el crecimiento de los viajes y el turismo, así como el papel del sector en una óptica más amplia de contribución al desarrollo social y económico.
Si bien se incorporan cambios metodológicos de fondo, lo que dificultaría la comparabilidad con ediciones anteriores, se superó esta limitación realizando una medición de dos años (2019 y 2021) aplicando los mismos criterios, con lo que es posible tener una evolución del índice y de las variables que lo componen.
En el índice de referencia, México está en el lugar 40 entre 117 economías en 2021, descendiendo desde el sitio 34 que habría obtenido en 2019. En el lado positivo se destaca la magnífica posición alcanzada en lo que se refiere a la dotación de recursos naturales (segundo sitio) y recursos culturales (quinto lugar); del otro lado, los rubros con posiciones más negativas son la prioridad que tiene el turismo (80), el ambiente de negocios (97), la sostenibilidad ambiental (103) y la seguridad, en la que el país está ubicado en el último sitio del ranking (117).
Los resultados dejan un mal sabor de boca y no debería sorprender que, por ende, pudieran ser descalificados desde la perspectiva oficial. Sin embargo, y sin entrar en mayor controversia, parece razonable afirmar que en materia turística el país tiene ventajas competitivas y desventajas comparativas; en consecuencia, la agenda del turismo mexicano debería priorizar el potenciar de las primeras y trabajar en la problemática que reflejan las segundas.
Como en reiteradas ocasiones se ha señalado en este espacio, la pandemia significó profundas afectaciones al turismo mexicano, pero diversas circunstancias han permitido que su reactivación sea más acelerada que en la mayor parte del mundo. Es notable, por ejemplo, que en los primeros cuatro meses del año México ha recibido 18.1% más turistas norteamericanos viajando por vía aérea que los que ingresaron en el mismo periodo de 2019.
Es sobresaliente que luego de que México tuviera 16.9% de participación de este mercado norteamericano en 2019, uno de los más importantes del mundo, esta proporción creciera a 34.8% en 2021. En los dos primeros meses de este año el ritmo se mantuvo con porcentajes de 35.1% y 34.8%; no obstante, para marzo se presenta un decrecimiento a 31.8% y es de esperar que esta tendencia a la baja sea la constante en los próximos meses, mientras otros destinos se van abriendo y regresan a la competencia turística.
Existe, pues, una condición sui generis, en la que, a pesar de la inseguridad, el país sigue siendo visitado por millones de turistas. Ese estatus no es sostenible en el tiempo y pareciera que el equilibrio es muy frágil.
Finalmente, vale la pena agregar que, sin el turismo, en el primer trimestre del año el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos habría superado 12 mil millones de dólares; gracias a la industria turística que se desempeña en el país, dicha cantidad se redujo casi a la mitad. No se entiende cómo una actividad que realiza este tipo de contribuciones no alcanza el nivel de prioridad que merece, lo que sigue haciendo imprescindible perseverar en el impulso del posicionamiento del turismo en la agenda nacional.
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