El calendario está lleno de días; hoy, apenas es el séptimo. Los gimnasios están llenos de personas. Y las personas llenas de intenciones: salud, amor, dinero, viajes, felicidad, comida sana, maratones, desintoxicación.
Millones de mujeres y hombres prometieron ser mejores y (por qué no) seguro este será el peor mes en la historia de las tabacaleras (ojalá). La energía del mundo ahora mismo es de renovación: un nuevo año, una nueva década, una nueva oportunidad. Página siete de 366 (año bisiesto), como publican algunos ridículos y cursis en sus cuentas de Twitter.
A mí, los comienzos de año me ilusionan, aunque también me asustan: ¿Continuará la buena racha de los pasados?, ¿acabaremos completos?, ¿podré ir aquí, allá?, ¿cumpliré mis planes?, ¿incrementaré mi cuenta?
Y, en realidad, si uno se sienta a pensarlo, es una tontería temerle a un número, al nuevo año, pues el tiempo ni siquiera existe (por eso no hay que perderlo). La vida tan sólo es una sucesión de días. Pero, como dice El Principito: A los mayores nos gustan mucho las cifras y sólo nos interesamos en los números. Con todas sus letras, los adoramos.
Cuándo se ha visto, por ejemplo, a un niño decir: “¡Este año par será muy bueno!”. Para los niños, simplemente, la vida sigue, y despertar un 1 de enero no significa volver a empezar o hacerse más viejo, sino la posibilidad de continuar con el dibujo inconcluso o el rompecabezas de la noche previa.
Una vez hicimos un video en la agencia en la que trabajo, en el que se decía: “No le tengas miedo al año nuevo. No le tengas miedo a los noticieros. No le tengas miedo a nada. Ni a nadie. A nadie [y salía en ese momento la insoportable cara de Trump]. Ni siquiera a la muerte. Confía y simplemente vive. Pero vive de verdad, con pasión. Con todas tus fuerzas. Inspírate.
Lee. Ve al cine. Ríe. Escucha la música que te hace bailar por dentro. Sosténle la mirada a quien te guste. Crea. Cree. Porque nadie puede quitarte tus sueños ni sentenciar cómo va a ser este año que apenas empieza y para el que necesitamos grandes historias”.
Viene Tokio y espero el milagro mexicano. Le dedico esta columna y le mando mis mejores deseos a los atletas que trabajan con todas sus fuerzas para ir. Que sea un año redondo para que dejemos de ser tan cuadrados.