El discurso político siempre tiene impactos en la vida real de las personas.

El endurecimiento de la retórica en todo el mundo contra migrantes y minorías comienza a resentirse en el tejido social y en el modelo de convivencia.

Lo más reciente fueron los hechos penosos del fin de la semana en las colonias Condesa y Roma, en donde una turba atacó negocios y atestó de mensajes xenófobos, en contra de ciudadanos estadounidenses.

Hay alrededor de un millón seiscientos mil estadounidenses viviendo en México. Nunca habíamos vivido expresiones así en el país. No creo, tampoco, que los ataques hayan sido orgánicos. Se percibe una columna narrativa y una organización. Se atacó, además, a empresas mexicanas.

Es un acto peligroso y lamentable. Peligroso por el mensaje de intolerancia y el riesgo de una agresión física a un inmigrante, que agravaría el tenso momento de la relación bilateral.

Lamentable, porque hace eco del endurecimiento contra “el extraño”.

Ocurre el contagio desde California, Arizona o Texas. También de El Salvador. De Rusia a Alemania y de Irlanda a Mauritania, el mundo se sumerge en una densa ola de xenofobia.

La inclusión que ha enriquecido a las sociedades se va desvaneciendo.

El discurso político ha ido despertando sentimientos que parecían muertos pero están, en realidad, dormidos.

Las fronteras se cierran y, con ello, se clausuran las posibilidades de entrar en contacto con diferentes formas de pensar, de actuar, de creer y de amar.

La riqueza central de las grandes instituciones universitarias —como Harvard o Columbia— que era la experiencia multicultural, está bajo asedio.

Pero la experiencia humana se nutre del contacto con los demás. Las globalizaciones han enriquecido la forma como nos comportamos. Somos mejores cuando entramos en relación humana con personas que son diferentes, no iguales a nosotros.

El respeto es la base del diálogo. Una parte central de nuestra riqueza intelectual tiene que ver con el disenso.

Qué pena. Creímos que la pandemia había terminado.

Quizá.

Se fue el virus. El distanciamiento social llegó para quedarse.

@fvazquezrig

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