El huracán llegó.
El mensaje inaugural de Donald Trump no deja lugar a dudas: vienen tiempos muy difíciles para el país.
Lo que ocurrió ayer, se sabía. Un huracán no llega repentino. Se anuncia. Alerta. Abre un espacio preciso para tomar medidas de protección.
El mensaje, y las consecuentes órdenes ejecutivas —decretos— bosquejan una clara estrategia de negociación. El énfasis del nuevo gobierno está en frenar dos inundaciones hacia Estaos Unidos: de migrantes y de droga.
El recelo hacia la migración no es nuevo. Trump se ha ufanado, una y otra vez, que dobló con un chasquido de dedos a Andrés Manuel López Obrador. Lo hizo, en efecto. El presidente ordenó el envío de la flamante Guardia Nacional a perseguir migrantes a la frontera sur, desdiciendo su cándida invitación inicial a que vinieran a México. Con ello, la Guardia se convirtió, en los hechos, en la patrulla fronteriza de Estados Unidos.
El costo fue desproteger a las y los mexicanos contra en crimen organizado, al que de todos modos no pensaba enfrentar.
Lo nuevo en la agenda de Trump es su énfasis en el combate a los cárteles. Declararlos organizaciones terroristas le abre un espacio amplio de acción. Su sustento no está en la Ley Antiterrorista de 1996 que expidió Bill Clinton sino en la Ley Patriota que se publicó después del 9/11.
A partir de entonces, bajo ese escudo jurídico, se gestó una suerte de doctrina de seguridad nacional no escrita que ha permitido a Estados Unidos enviar comandos especiales de sus Fuerzas Armadas o realizar ataques a distancia contra liderazgos de las organizaciones declaradas terroristas.
La orden provino, en su momento, del Vicepresidente Dick Cheney, quien instruyó:
—Mátenlos. Deténganlos —Hizo una pausa, y remató—: calladamente.
A partir de entonces, se desató un tsunami de operaciones encubiertas que fue diezmando a las organizaciones, a su capacidad financiera, a sus comunicaciones y “neutralizando” (es un decir) a sus liderazgos.
¿Recuerdan el operativo contra Bin Laden? Le siguen Anwar al-Awlaki; Abu Bakr al- Bagdadi (Líder de Isis); Abu Mahndi al-Muhandis (Hezbollah) y un largo etcétera, que concluye con la extracción del Mayo Zambada el año pasado. También, la explosión de cientos de vipers en manos de seguidores de Hamás, en donde algo tuvo que ver la CIA.
Al mismo tiempo, ese decreto permite congelar activos financieros y perseguir judicial y extra territorialmente a sus redes de protección. Eso puede afectar empresas, bancos, remesas, políticos y policías.
La medida se acompañará del sellamiento de la frontera con México, por la que transita un millón de personas cada día. La magnitud de esta acción desencadenará diversas consecuencias. Veremos.
Los aranceles sólo fueron mencionados genéricamente. Son la baza de negociación de Trump. Si los decretos no funcionan, siempre puede llegar el apretón económico, que para México sería devastador.
La actual situación viene de lejos, pero se aceleró a partir del 2018 con la llegada de López Obrador al poder. La política de abrazos, no balazos, fue una claudicación irresponsable, en el mejor de los casos. En el peor, una complicidad criminal.
Hubo tiempo para prepararnos. Las tendencias electorales, lo dijimos aquí, eran claras al menos dos semanas antes de la elección en noviembre.
No es claro lo que se hizo en 90 días que mediaron entre ese y momento y la inauguración de ayer.
Esperar a que el huracán se dispersara en tormenta fue una ingenuidad.
Habremos de lamentarlo.
@fvazquezrig