Hay, finalmente, buenas noticias para el país. La Encuesta Nacional de Ingresos de los Hogares revela un incremento de unos 2,500 mensuales en promedio por hogar con respecto a la medición del 2022.
El ingreso promedio mensual de los hogares es de casi 26 mil pesos. Eso implica un beneficio directo en la calidad de vida de las familias, y no podemos más que aplaudir ese resultado.
Otra buena noticia es que la mayor parte de ese ingreso se explica por los incrementos salariales. La política de eliminar el salario como ancla anti inflacionaria, que comenzó con los Pactos de Estabilidad Económica en la década de los ochentas, ha generado un beneficio para los trabajadores formales.
No obstante, vale la cautela: el ingreso medio es de menos de 18 mil. Esto se explica por las diferencias de percepciones entre las personas que menos reciben y las que reciben más. Los de menos ingresos obtienen casi 5, 600 pesos mensuales; los de más, 78, 698. Los hombres ganan más que las mujeres; los que viven en el norte más que los del sur y quienes estudian más ganan también mucho más: alguien con posgrado (aun incompleto) gana un promedio de 31,584 pesos contra 5,345 de alguien que sólo estudió algún nivel de primaria.
Otro dato importante reside en dos hallazgos: la composición del ingreso es la siguiente: 66% proviene del trabajo; 18% de transferencias, pero de ellas, de cada 10 pesos 4.5 provienen de pensiones, otro tanto de remesas, becas, etc, y 2 de programas sociales. Éstos, los programas sociales, no llegan al nivel más bajo, es decir, a quienes sobreviven en pobreza extrema. Lección: los programas sociales alivian pero no curan la pobreza.
Pese a ello, podremos esperar, por tanto, una reducción en los niveles de pobreza que se presentarán la próxima semana. Habrá que ver cómo se comportan las carencias sociales.
Mientras tanto, podemos extraer valiosas conclusiones:
Generar empleo debería ser la máxima prioridad del país. Tener mejores ingresos por trabajo está muy bien, pero sólo si hay trabajo formal bien pagado. México ha destruido 140 mil empleos este año. Ojo: las exportaciones han crecido. Entonces no es Trump. Habría que buscar en la reforma judicial, la inseguridad, la falta de inversión pública y las políticas públicas contradictorias la explicación a esto.
Los salarios no podrán seguir subiendo indefinidamente por decreto. Hay que trabajar en la productividad.
Debemos impulsar la formalidad. Más de la mitad de los empleos son informales pero también más del 60% de los patrones. Las pensiones son más importantes que los programas sociales y muchas de ellas se pagan entre varios. Formalizar el empleo es central.
Sin escuela no habrá salida a la pobreza. Reconstruir la educación pública es una urgencia. Los deciles más altos gastan más en educación porque al final ganan más y viven más.
Se debe impulsar una política de igualdad. Las mujeres son tan talentosas y productivas como los hombres. No hay razón para que ganen 35% que los hombres.
Hay que trabajar en el desarrollo regional. Hay mucho que hacer en el sureste del país, antes que la República se fracture.
Los programas sociales deben rediseñarse para que beneficien a los más necesitados y deberemos, tarde o temprano, darles un carácter provisional y condicionada, para evitar una bancarrota nacional.
Por lo pronto, la reducción de la pobreza siempre será una buena noticia.
No hay que lanzar las campanas al vuelo, pero sí reconocerlo.
@fvazquezrig