¿Votar o no votar en la elección judicial? Esa es la cuestión.
Sí. Hay que participar. Difundir. Hacer un esfuerzo mayúsculo, a contracorriente, para evitar que todo el Poder Judicial quede subordinado al oficialismo.
Primero el problema: es indudable que el poder judicial requiere una cirugía mayor. Si el federal posee serios problemas de barreras de acceso, lentitud, influyentismo, corrupción, el nivel estatal es un desastre.
Segundo, la solución. Las elecciones no son la cura: son el agravamiento de la enfermedad.
Ya he hablado antes de ello. Actualizo: el riesgo mayúsculo, real e inmediato, es que el crimen organizado se apodere de juzgados y magistraturas. Ya lo reconoció Gerardo Fernández Noroña. “Se les fueron” en la tómbola decenas de perfiles vinculados al hampa. Ahí mismo se colaron ignorantes, inexpertos, militantes.
Las elecciones no despiertan mayor interés en la gente. Mala noticia: menos participación, más peso de las estructuras de los partidos.
Y la mayor maquinaria es la de Morena, con un voto duro de unos 20 millones.
Estimo que la participación rondará en unos 10 millones de votos.
Eso significa que si no hay participación independiente, todo el poder judicial será entregado a una visión política.
Inaceptable.
La neutralidad, independencia, preparación, experiencia y validez deben, precisamente, estar desligadas de militancias partidarias de cualquier signo.
Una porción importante de la sociedad quedó sumamente desencantada con el resultado de las elecciones del año pasado. Los acontecimientos posteriores —de la sobrerrepresentación, a la supremacía legislativa, a la ley censura— le han anestesiado.
Pero precisamente por esos riesgos es que tenemos que participar.
Una sociedad inmóvil es el veneno idóneo para matar a la democracia.
Tenemos que difundir la importancia de esta elección el día 1 de junio.
Impulsar que la participación independiente respalde mayoritariamente a los candidatos postulados por el poder Judicial.
Si quienes apoyamos con marchas el respeto a la independencia judicial no votamos por las propuestas de este poder —con la excepción de ministras impresentables de la Corte— caeremos en una suerte de esquizofrenia.
Enfrentamos una lucha desigual, es cierto, pero será peor si abandonamos la plaza.
Estimados amigos están en contra de esta visión. Afirman que no hay que votar: eso hizo Venezuela y ahí está el resultado. Otros, que hay que votar en blanco. Sí, le va a importar mucho el mensaje cívico a un Poder Judicial 100% pro gobierno. Otros, que hay que documentar la elección y levantar encuestas de salida ciudadanas. Documentar es movilizar: mejor movilicemos el voto. ¿Encuestas de salida sin participar? Ya les doy el resultado, para ahorrar esfuerzos: oficialismo 100. Oposiciones, 0.
Lograr que haya, por nuestros votos, jueces, magistradas y ministras independientes, nos dará una victoria moral, el día 1º pero también en sentencias y debates.
Si no ganamos la votación, ganemos la razón. Los ejemplos morales en ocasiones importan más que las victorias electorales.
No conozco ningún movimiento de resistencia que no se base en la participación.
Y en esas estamos.
La democracia no se construyó en un día, sino con generaciones enteras de ciudadanos libres que decidieron resistir y agrietaron al régimen hasta que llegó la alternancia. Ahí está el 68, la solidaridad en los terremotos, la resistencia al fraude del 86 y el 88, la perseverancia a la libertad de expresión pese a asesinatos de periodistas, cierre de medios, encarcelamientos.
No. El camino hasta aquí no fue fácil.
¿Llegó el momento de bajar las manos?
Yo pienso que no.
@fvazquezrig