I

Cuando se disputaba la presidencia en 1927, Francisco Serrano fue a dialogar a instancias del Presidente Plutarco Elías Calles, con el otro candidato presidencial: Álvaro Obregón. Íntimos antes, Serrano ofreció al ex presidente una contienda de caballeros. Obregón respondió:

Ay, Serrano. Te creí inteligente. En México no hay contiendas de caballeros. Uno se va a la presidencia y el otro, al paredón.

II

La violencia política ha vuelto en todo el mundo. Mala noticia: cuando las balas sustituyen a los votos, la descomposición social se acelera.

Recurrir a la eliminación física del adversario es el signo más claro de una política inútil, vacía, sin sentido. Porque la política, más que otra cosa, sirve justo para evitar la confrontación física, para aproximar a los extremos, para que el diálogo supla al atentado.

La llegada de los populismos y los radicalismos, el alejamiento de la clase dirigente de las necesidades sociales, ha desfondado el sentido mejor de la política como constructora de acuerdos.

El autoritario no consensa: impone.

El hombre fuerte cierra los caminos, en vez de pavimentar avenidas de participación y diálogo.

De ahí surgen los violentos.

Su huella temible se ve por todo el mundo. Intentaron asesinar a Trump. En Colombia le metieron un tiro en la cabeza a un precandidato presidencial. En Eslovaquia, el Primer Ministro Fico casi muere por un atentado el año pasado, también el presidente de Somalia. En Irán ejecutaron a dos jueces del Tribunal Supremo.

México se cuece aparte. La ejecución altos funcionarios del gobierno de la Ciudad de México conmovieron porque fueron perpetrados en la capital. Pero la violencia política es cotidiana. Sólo en Veracruz, en las recientes elecciones fueron asesinados 5 candidatos, 123 pidieron protección y la gobernadora declaró a 57 municipios en alerta de seguridad 3. Integralia registró 104 incidentes violentos contra actores políticos en el primer trimestre de este año.

Insisto: no solo es un tema vinculado a los aparatos de seguridad de los estados. Es el desfondamiento de los estados como instrumentos para la gobernabilidad democrática.

III

Noche del 3 de octubre de 1927. Castillo de Chapultepec. Cenan el Presidente Calles y el candidato Álvaro Obregón. Joaquín Amaro les lleva la noticia de la ejecución de Francisco R. Serrano y seguidores en Huitzilac. El cadáver los espera con 14 orificios de bala. Obregón lo ve. Exclama:

—¡Ay Francisco, mira como te dejaron por pendejo!

Eran los tiempos en que uno llegaba al poder y otro, a la tumba.

Estamos de regreso. Como en tantas cosas más.

Fernando Vázquez Rigada

@fvazquezr

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