Hay incertidumbre, pero no creo que Donald Trump de marcha atrás en la imposición de aranceles a México, Canadá y China.
Hay razones de peso económicas para hacerlo, pero son irrelevantes.
Trump está viviendo su borrachera electoral. Su motivación es política. Él mismo se metió en un callejón en donde no puede dar marcha atrás.
Primero, porque dio una pausa en febrero. Segundo, porque hace unos días erró y dijo que los aranceles se iban hasta abril. A las horas corrigió: “no —dijo— van el 4 de marzo”. Volver a corregirse demerita la figura del super macho.
Más: hoy, a las 21 horas hora de Washington hablará en el Capitolio, en sesión de Congreso General. No llegará en plan conciliador, sino con un manojo de cabezas sangrantes (la nuestra entre ellas, creo) para mostrar su poder.
Nos antecede Zelensky. El trato que se dio a la delegación mexicana. Su personal filosofía de gobernar al estilo old west. Sin ley. Con la mano en la cacha de la pistola. Rodeado de otros pistoleros.
Por eso pienso que habrá aranceles. No sé si generales del 25% o selectivos, con esa tarifa o más baja. Políticamente no visualizo un perdón.
A México se le ha ido doblando paso a paso. Primero los guardias nacionales a la frontera. Pausa y luego drones sobrevolando con descaro el cielo nacional y un portaviones anclado en las afueras del mar territorial. Luego, la lucha frenética del estado por detener capos. Respuesta: la intervención militar está sobre la mesa. Finalmente, el traslado de 29 capos. Respuesta: Se han esforzado, pero no lo suficiente. Remata Trump: “los aranceles al 25% van. No hay espacio para arreglo de último minuto”.
Lograr una nueva pausa sería, para nosotros, a costa de entregar más. Y más. Y más.
La estrategia mexicana ha sido no engancharse y ceder en lo oscurito. No se ve nada interno. Un plan de estímulo, impulso a los mercados internos, diversificación de exportaciones con otras naciones agraviadas (todas, salvo Rusia), reforzamiento del turismo, desmontaje de monopolios, apretón a comisiones bancarias.
Se espera saciar al poderoso con la táctica Moctezuma: llenarlo de regalos. Esperemos el mismo resultado.
Cierto es: la herencia que recibió la presidenta fue maldita. Pero un triunfo de Trump se anticipaba ya a principios de Octubre: justo al arranque de este sexenio. La navegación se mantuvo en curso, como si Trump no lo fuera a cambiar todo.
Y lo cambió.
Ningún plan, decía Clausewitz, sobrevive al primer contacto al enemigo.
Así pasó. Y peor: no se viró un centímetro lo planteado.
El problema es que ahora hay una presión brutal sobre la estructura política de Morena y sus innombrables vínculos con el crimen. El fantasma de la “intolerable” asociación con el crimen pende sobre muchas de esas cabezas. Abrir la cacería interna es jugarle al efecto mariposa.
Esa coyuntura política irresoluta activará los aranceles y éstos, la recesión. Los programas sociales alcanzaran para mantener la base electoral, o parte de ella, pero la destrucción del empleo y la devaluación tendrán un efecto mayúsculo en la política.
¿Qué tanto se moverá el tablero?
Lo sabremos pronto.
@fvazquezrig