Es buena noticia saber que vacunas contra el Covid19 estarán disponibles durante 2021. Esto permite vislumbrar los tiempos de arranque de las actividades sociales y económicas, lo que es clave para planear.
Con la apertura, el consumo repuntará de sus niveles mínimos actuales e inducirá más empleo.
Pero la vacuna médica no será suficiente y se requiere una inoculación económica para que el repunte sea rápido y logremos niveles de empleo superiores a los de 2018.
Las vacunas requieren ciencia, tecnología y aceptación de la población. No se desarrollan con ocurrencias o empirismo porque pueden ocasionar un mal mayor y acabar con los que pretenden proteger.
Para desarrollar la vacuna económica no podemos seguir actuando con estrategias generadas por tecnócratas ni chamanes y debemos vacunarnos con ideas prácticas que provengan de los conocedores del mal y sufren las consecuencias de los malos remedios; de los que están en las trincheras sin protección de cuates encumbrados o privilegios oligopólicos.
Estos empresarios hemos diseñado desde hace 10 años esa vacuna, pero los gobiernos anteriores la desdeñaron prefiriendo la corrupción y el dogma tecnocrático. Con el trágico resultado de 55 millones de pobres. Desgraciadamente, el gobierno actual tampoco aplica la vacuna por incapacidad, empirismo y pésimo diagnóstico.
Está viendo por el retrovisor, impulsado por ocurrencias, resentimientos y fobias, buscando el bienestar de los pobres por el camino equivocado.
La vacuna probada y aceptada tiene los siguientes ingredientes: gobierno austero, honesto, congruente y eficiente con bajo costo y que no estorbe; mayor competencia interna, eliminando las perversas prácticas anticompetitivas de monopolios estatales y oligopolios privados; financiamiento suficiente y competitivo de una banca comprometida con el crecimiento; un Banco Central reinventado para apoyar inversión y empleo; salarios remuneradores logrados por acciones efectivas que abonen la productividad acelerada; y una apertura al exterior sustentada en un tipo de cambio real competitivo y no en la desintegración de cadenas productivas y salarios miserables.
La vacuna propuesta, deberá aplicarse con aprecio a los 7 millones de productores nacionales micros, pequeños y medianos, sin regañarlos ni denostarlos desde púlpitos activistas, sino alentándolo en su recuperación.
Esta es la visión de los empresarios afiliados a la ANEI. Es una inoculación propuesta por los millones de mexicanos que invertimos para competir, desarrollar y emplear, buscando el bienestar de nuestras empresas y trabajadores, contribuyendo a la grandeza de México.
Nadie, por más encumbrado que esté, podrá decir válidamente que nuestra vacuna no sirve. Ya lo dijeron los tecnócratas y fracasaron.
Ningún político que desee el bien de este país, podrá contradecir la voz de quienes pagan sus sueldos y mueven realmente la nación.
Esta vacuna está ya disponible, su aplicación surtirá efectos benéficos de inmediato y los pobres serán los primeros beneficiados.
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Empresario, fundador de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes (ANEI) y ex Secretario de Economía y Trabajo de Nuevo León.