Es admirable la energía del presidente. Es preocupante el aislamiento en la que toma todas las decisiones.
Ambas cosas juntas y su limitada preparación para dirigir al país, llevan a México hacia el pasado autoritario y a los pobres a multiplicarse y empobrecerse más.
El costo para ellos -para los que se pretende atender primero- será devastador. Ahora tenemos 11 millones más de trabajadores que están en pobreza laboral y que sus ingresos no les alcanza para pagar una canasta básica.
México suma 10 millones de personas más engrosando la brecha laboral: 5 millones que ya ni buscan trabajo; 600,000 desempleados adicionales y 4.4 millones que buscan como aumentar sus ingresos. En total 22 millones de personas sin un empleo remunerador.
Si esto no es una gravísima crisis, nada lo será.
¡Y el presidente diciendo en la junta del G20 que la estrategia económica ocurrente y pueblerina del gobierno es un éxito! ¡Y nadie en su círculo que le evite el desfiguro!
Estamos ante una retrocesión inédita y sus costos aumentarán si el gobierno no percibe la realidad para plantear un cambio del rumbo que en forma unipersonal ha trazado el líder omnímodo.
Es alarmante que una gran parte de la población siga alabando las acciones y políticas del gobierno aún con estos pésimos resultados.
Que siga apoyando mantener el rumbo hacia el incremento en número y ulterior pauperización de los millones de pobres que dejó el régimen pasado.
Que siga ciega a la realidad y al futuro previsible de continuar con ellas.
Aunque es muy probable una recuperación parcial de la economía en los próximos años, es imposible lograr, sin cambiar de rumbo y tripulación, crear los 1.1 millones de empleos anuales que requieren los jóvenes que estarán en edad de trabajar.
Quizá se logre crear unos 500,000 empleos anuales, con lo que se aumentarán 2 millones de desocupados a los 5.6 millones actuales para el final del sexenio y seguirá acentuándose la pobreza laboral.
Ni que decir lo que esto acarreará: aumento de la inseguridad, manifestaciones, cierre de carreteras y vías de ferrocarril y otras formas de manifestación del descontento.
Con leyes demagógicas y punitivas que atacan los síntomas, pero no las causas, solo se agravará el deterioro.
Urge convencer al Presidente que se deje ayudar. Que no puede solo, pues es demasiada la chamba.
Hasta Cristo se armó con 12 apóstoles, mientras que en el gabinete difícilmente habrá uno bueno.
Necesita quien le diga lo que no quiere escuchar. Necesita quien lo serene cuando se enoja. Necesita a gente que aprecie y reconozca verdaderamente y que no dependa de él para puestos y fortunas.
Una manifestación de capacidad y sabiduría que nos urge del presidente es que aprecie la realidad como es; que se rodee de personas capaces además de honestas, que las deje trabajar, expresarse y alejarse de fobias y rencores. Olvidarse de Macuspana y encontrarse con el mundo.
Si no lo hace, acabará frustrado y además proscrito por los mismos que ahora lo alaban en público y lo critican en privado…Y odiado también por los más pobres que vieron otro redentor fallarles.
Empresario, fundador de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes (ANEI) y ex Secretario de Economía y Trabajo de Nuevo León.