Los zombis son seres que habiendo muerto siguen con vida. También hay ideas muertas viviendo, que nos impiden detectar las verdaderas causas de nuestros problemas.
Una de esas es la inamovilidad del Banco de México (Banxico).
Opino que debemos restaurarle su objetivo de lograr el máximo empleo, adicionándolo al de combatir la inflación.
Este complemento existe en casi todos los bancos centrales, pero nosotros sufrimos la herencia monetarista que mutiló su propósito estatutario.
Esta amputación es la excusa que se esgrime para justificar su insuficiente acción ante la crisis.
Ni el gobierno ni Banxico actúan congruentemente ante la circunstancia.
Mientras que las autoridades monetarias de otros países bajan tasas de interés casi a cero o negativas y crean mecanismos financieros en apoyo a las empresas, Banxico se arrincona en medidas formalistas.
Prefiere una banca insuficiente con los más altos índices mundiales de utilidad a una que abastezca de financiamiento a la economía.
Esta es una idea zombi que motiva al rentismo y a asignar los recursos sin riesgo al gobierno federal operando rentablemente sin arriesgarse a prestar.
Por eso, y ante la omisión del gobierno federal para crear un organismo especializado en préstamos o garantías a Pymes, éstas desaparecen.
Otra peligrosa idea zombi es pensar que la inflación se combate manteniendo altas tasas de interés dizque para reducir la demanda, en un país con la mitad de la población en pobreza y abierto a las importaciones.
Se prefiere ignorar que la inflación no es generada por demanda excesiva sino por falta de competencia en la economía, lo que permite al ejecutivo soslayar combatir con acciones efectivas las generalizadas prácticas oligopólicas.
Es como querer curar el cáncer con medicina para la diabetes.
Esta práctica zombi, ha deformado la economía al desincentivar la inversión por los sempiternos altos costos financieros. La verdadera razón es que buscan apreciar el tipo de cambio y abaratar las importaciones para promediar la inflación, impidiendo la competitividad internacional.
En las declaraciones de Banxico se evidencia la subordinación de la política monetaria al sostener que bajar tasas de interés para alentar la economía depreciaría la moneda, por la salida de esos capitales y se causaría inflación.
Este círculo vicioso condena a las empresas a bajos niveles de inversión y competitividad y al trabajador a salarios insuficientes al frenar su productividad por trabajar con equipos reducidos y obsoletos.
Aún con la amarga experiencia de 40 años, la mayoría defiende automáticamente al Banco Central, pero admira la acción de los de otros países que, con tasas negativas, tienen menos inflación, más financiamiento, menores tasas de interés y una banca que sí presta.
Quizá no sea práctico ahora intentar reformar al Banco Central por el miedo al gobierno que tenemos. Pero eso implica mantenernos frenados en el pozo con dos obstáculos: la austeridad fiscal y la restricción financiera.
Si no enterramos estas ideas zombis, nos llevarán con ellas.
*El autor es empresario mexicano, ex secretario de Economía y Trabajo de Nuevo León y presidente fundador de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes (ANEI).