Entre quienes han encabezado la vida universitaria es digno de mencionar a cuatro rectores que de manera heroica han defendido a la institución.
El primero de ellos lo fue con el carácter de interino, Mario de la Cueva, que, posteriormente, cuando fue Director de la Facultad de Derecho, renunció a dicho cargo, para no aceptar las indicaciones de llevar a cabo el examen profesional del hijo de un altísimo funcionario de la Federación al margen de lo establecido por las normas universitarias.
El segundo fue Ignacio Chávez, que el encono de un Presidente autoritario, resentido y amargado organizó un movimiento en su contra. Fue secuestrado en rectoría y obligado a renunciar con todo el cuerpo directivo de la institución; la dignidad con que afrontó los ataques y la gallardía que demostró en todo momento ha hecho que su imagen en la historia universitaria nos llene de orgullo a todos.
Javier Barros Sierra era Rector cuando estalló el movimiento estudiantil de 1968, parteaguas en la historia de México. Defendió a la Universidad dentro y fuera de sus recintos; su nombre enaltece a nuestra casa.
José Sarukhán asumió la rectoría en medio de una de las peores crisis que había dejado su predecesor, logró sacarla del marasmo y llevar a cabo un riquísimo proyecto académico, pero sobre todo mantuvo con valor el respeto a la autonomía y resistió con valentía y decisión las presiones de los emisarios y lacayos del gobierno federal empeñados en afectar a la Universidad.
Nos encontramos a las puertas de una nueva designación de Rector.
La comunidad está atenta a la personalidad y características de quien sea el que ocupe la rectoría, que tendrá en sus manos, además de la responsabilidad de conducir a la Universidad, la esperanza de todos los universitarios.