Hace poco más de un mes se dio a conocer la existencia de un rancho en Jalisco en el que presuntamente se encontraban cientos, si no miles de personas desaparecidas.

Todos los testimonios que hay son de los particulares que han asistido al lugar; por parte de las autoridades sólo se han dado a conocer fotografías de unos vehículos y respuestas vagas. Los periodistas han calificado el área como un campo de exterminio, recordando las terribles instalaciones de los alemanes establecidas para terminar con todos cuantos les eran incómodos política, intelectual o socialmente.

En este momento, solo se nos ha dicho que no es un campo de exterminio, como si la terminología fuera importante y no el fondo del asunto.

Es incuestionable la fuerza con la que cuentan quienes concentraban, en ese lugar, a candidatos para que en el futuro formaran parte de su organización. Se trata de un grupo que cuenta con una infraestructura política y económica de una envergadura tal que podría considerarse fácilmente tan poderosa o quizás hasta más que la gubernamental.

No sabemos hasta la fecha qué investigaciones se han hecho, qué resultados se están obteniendo y, sobre todo, lo que sería más importante, qué se va a hacer para que esto no siga sucediendo en nuestro país.

La sociedad reclama estar informada, los mexicanos exigimos seguridad y contar con un gobierno estructurado administrativa y técnicamente para poder enfrentar esos grandes problemas que nos afligen.

Por el bien de todos, necesitamos respuestas claras, pero, todavía más importante, que se implementen acciones contundentes.

Profesor. Facultad de Derecho. UNAM

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