Hace unos días, desde la tribuna más escuchada en México se produjo, como ha ocurrido de manera reiterada e incomprensible desde hace unos años, un ataque más contra la Universidad Nacional Autónoma de México; de él se desprendieron varias afirmaciones con las que no podemos estar de acuerdo.
La primera fue asegurar que la institución tiene ideología y que esta ha virado hacia la derecha; ninguna persona moral tiene voluntad, carácter u opinión, serán sus integrantes, ya sea la totalidad de ellos o sólo una parte, quienes tengan un punto de vista y lo manifiesten. La Universidad tiene más de 100 años siendo autónoma, ocho décadas con su legislación vigente y, en este lapso, ha habido rectores de todas las profesiones, ideologías y puntos de vista. Sin embargo, nunca, en ningún caso y bajo ninguna circunstancia, el pensamiento de los rectores o de alguna autoridad ha influido en la perspectiva de la comunidad universitaria.
En segundo lugar, se cuestionó la manifestación de opinión de un grupo de universitarios especialistas reconocidos nacional e internacionalmente. En México, la libertad de expresión es un derecho humano incuestionable; toda persona puede exteriorizar una opinión sobre un tema de interés nacional, sea universitario o no.
Por último, pretender que una comunidad universitaria deba tener un punto de vista específico sobre alguna cuestión es desconocer la esencia misma de la Universidad. Si se busca que una institución de educación que goza de autonomía tenga una opinión particular se está desvirtuando la esencia de su ser, la libertad de cátedra y la libertad de investigación.
La Universidad ha sido la conciencia crítica de la Nación durante siglos y se ha convertido, por antonomasia, en la “Casa de la Libertad”. Ante este tipo de ataques que atentan no solamente con la esencia de la Universidad, sino con la facultad primigenia del ciudadano de participar y opinar en las cuestiones del Estado, es una obligación de todos nosotros, universitarios o no, defender nuestro derecho y protestar enérgicamente contra su violación.
Fernando Serrano Migallón
