El próximo domingo13 de marzo, los colombianos tienen el primer llamado a las urnas para votar la conformación de un nuevo congreso , en las que sin duda alguna serán las elecciones que marcarán mucho del derrotero del país sudamericano. Y no es para menos, el órgano legislativo siempre ha sido una de las instituciones más desacreditadas entre la población, pero nunca como en estos últimos años, había tenido tanto rechazo entre la gente (llegando al 70% de desaprobación), ni había sido tan lamentable y cuestionado su accionar político.

Mucho de su poder decisorio tiene que ver con estar conformado por una mayoría calificada que la componen partidos afines al gobierno de Iván Duque —aunque en realidad es más hacia Álvaro Uribe , el jefe máximo—, donde se encuentran partidos de extrema derecha como el Centro Democrático , sectores de derecha como el Partido de la U, el partido Conservador y Cambio Radical, así como partidos religiosos. Este control del legislativo le ha permitido al presidente Duque actuar a sus anchas en detrimento de la nación y en beneficio de los tradicionales sectores económicos, políticos y sociales del país.

Son numerosos los ejemplos del lamentable accionar del congreso colombiano entre los que sobresale la estrategia constante de torpedear el proceso de paz, los intentos de anular la bancada opositora en términos de participación y representación en los órganos internos. La defensa de los ministros del gobierno cuando han sido llamados a rendir cuentas por sus malas actuaciones. Uno de los hechos más lamentables fue la notable campaña en contra de la consulta nacional anticorrupción promovida por la oposición para acabar con todas las prebendas, sobornos y abusos de poder de este órgano y que saboteó el gobierno con sus partidos políticos amigos, logrando que puedan seguir con sus descomunales e impresentables privilegios y viejas prácticas clientelistas.

Y cuando pretendían aprobar una reforma tributaria que había presentado el presidente Duque en medio de la pandemia y crisis socioeconómica , que incluía un aumento de los impuestos sobre la renta y productos básicos, además de beneficios económicos para sectores económicos e industriales, tuvo que ser anulada ante las más graves protestas sociales que ha vivido el país en décadas.

Son muchos los actos de corrupción de los actuales congresistas colombianos que han sido conocidos y judicializados, son millones y millones de desfalcos en contratos entregados a modo. Recientemente, por iniciativa del gobierno, los congresistas aprobaron la modificación a la ley de garantías, que permitiría celebrar contratos meses antes de las elecciones del próximo año, lo cual favorece asignaciones a modo y beneficia a los caciques electorales. De ahí que el próximo domingo los colombianos tendrán una posibilidad irrepetible de poner fin a esta pesadilla y hacer una renovación total que permita configurar un nuevo congreso, realmente comprometido con los intereses de la nación.

El otro ingrediente que hace trascendental este proceso electoral es que las tres principales coaliciones políticas del país definirán en una consulta los que serán sus candidatos presidenciales. En primer lugar está el Equipo Colombia que, alineado a la derecha y con grupos de extrema derecha, tiene como candidatos a personajes muy cuestionados por estar envueltos en diversos escándalos de corrupción, provenientes de poderosos sectores económicos, políticos y sociales tradicionales que solo los une su líder Álvaro Uribe, con todo su cuestionable pasado. Está el grupo político Centro Esperanza, que con inclinaciones más hacia la derecha y con candidatos cuestionados por ser parte de los sectores tradicionales muestra una evidente fragilidad. Finalmente está la coalición de izquierda del Pacto Histórico, que buscando tejer alianzas con diferentes sectores políticos y sociales, tiene a Gustavo Petro liderando todas las encuestas, lo que tiene el ambiente político más convulsionado que nunca.

Considerado uno de los países más corruptos del mundo, según los últimos resultados de Transparencia Internacional, lo cual no es raro si vemos el actuar de su congreso, con una economía en crisis derivada de las malas decisiones del presidente, con una violencia social desbordada que ha cobrado la vida a cientos de defensores de derechos humanos y líderes sociales y, con un total descrédito del gobierno, así como de los partidos políticos, lo único que le queda al pueblo colombiano para cambiar esta historia tan lamentable es el poder efectivo de las urnas.

Investigador del CIALC. UNAM.

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