No cabe duda que el año que recién termina, quedará marcado en la historia de la región latinoamericana como de grandes cambios y retroceso en materia económica, política y social.

El gran protagonista siguió siendo el virus de la COVID-19, que si bien disminuyó en cuanto a decesos como resultado de la alta vacunación, los contagios siguieron e incluso aumentaron con sus diferentes variantes, continuando afectando al sector productivo. En la mayoría de países conforme avanzó la vacunación se inició la recuperación económica, disminuyó la recesión, mejoraron los indicadores generales, pero ello no quiere decir que se solucionó la situación de las personas que se quedaron sin empleo, de quienes siguieron en pobreza o se volvieron más pobres. Los altos niveles de inflación son la muestra que el efecto de la pandemia en las economías está lejos de solucionarse.

En lo que se relaciona con política el año de 2021 dejó cambios importantes para varios países como resultado de las elecciones presidenciales en algunos de ellos. En el caso ecuatoriano, luego de una conflictiva campaña electoral llena de denuncias y descalificaciones, en particular hacia el candidato de izquierda Andrés Arauz, resultó vencedor el ex banquero Guillermo Lasso. El nuevo presidente deberá enfrentar un país totalmente dividido políticamente, con un gran descontento social que puede en cualquier comento intensificar la protesta social en las calles, además de ello, debe dar pronta solución a la grave situación económica derivada de la pandemia y del mal manejo que hizo su antecesor Lenin Moreno, que dejó al país muy endeudado con la banca internacional. Políticamente, el país no tuvo mayores cambios en el gobierno, pero la oposición y la ciudadanía ecuatoriana no están dispuestos a soportar más malas decisiones, lo que deja un clima de alta tensión sociopolítica que puede estallar en cualquier momento.

Chile fue uno de los países que dio un vuelco total en materia de política, al elegir como presidente al izquierdista Gabriel Boric, quien no solo ganó luego de perder en primera vuelta frente al derechista José Antonio Cast, sino que es el primer presidente de 35 años que no hace parte de los círculos políticos de la centro izquierda y centro derecha, que habían tenido el control del Estado Chileno. Su holgado triunfo parece seguir esa línea de hastío social que desde el 2019 llevó a la calle a miles de chilenos que comenzaron a exigir cambios profundos al manejo económico, social y político que se venía dando y que incluso obligó a la propuesta de una nueva constitución. Pese al gran apoyo hacia el joven presidente no son pocos los retos que debe afrontar, los cuáles pasan por la polarización política, así como por la difícil situación económica por la pandemia y la pésima gestión de Piñera.

En Honduras se dio también un vuelco político importante al llegar a la presidencia por primera vez una mujer, Xiomara Castro, del izquierdista partido Libertad y Refundación, quien es además la esposa del expresidente Manual Zelaya. Su triunfo no solo pone fin a uno de los gobiernos más cuestionados del país centroamericano como es el de Juan Orlando Hernández, acusado de tráfico de drogas y corrupción, sino que además acaba con el dominio político del Partido Nacional. Con un país sumido en la pobreza y la violencia como resultado del mal manejo de los gobiernos anteriores, la nueva mandataria tendrá que hacerle frente a la pandemia, la crisis económica y al tema migratorio. Fue un año de cambios profundos en algunos países de la región, en otros las cosas siguieron igual o peor pues en Venezuela y Nicaragua las dudosas elecciones afianzaron los regímenes de Maduro y Ortega, otros países como Colombia y Brasil vivieron una agitación social permanente marcada por la violencia y la violación de derechos humanos. La región mostró avances importantes en materia democrática pero también sus continuos retrocesos.

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