Qué mejor cierre para un ciclo que éste en el que se conjugan los sentimientos de allá para acá y en mi caso, de aquí para Europa. Que me entierren en la Sierra al pie de los magueyales, como al Charro cantor.
Javier Aguirre, seguramente lo escuchó mil veces, pero no estoy seguro de que Chucky Lozano, Héctor Herrera, Chatón Enríquez o mis hijos lo hayan escuchado.
El Cielito Lindo me lleva a las lágrimas cuando lo escucho en el aeropuerto de París. Antes, a las lágrimas también me llevó Valentina Alazraki reportando desde Italia y Juan y Medio y Eva Ruiz en La Tarde Aquí y Ahora de Canal Sur de Andalucía, lo que es una joya.
Perteneciendo al colectivo vulnerable ante el Covid-19, mientras no sé cuántos mexicanos quieren venir, mi caso es contrario. Las campanadas de la catedral de Querétaro resuenan a las 5 de la mañana, el tren se escucha a las 3:15 todos los días; no salgas de tu casa, quédate en ella. Y ¿de comer?
Venturosamente, sólo cruzo la calle y está Esther, con una miscelánea que me recuerda a La Isabelita en la Industrial y La Esquinita en Plan de Ayala, en Cuernavaca. Pero, y a todo esto, ¿por qué viajar 50 años atrás en el tiempo? Nada, es que llevamos cinco días de estar encerrados, sin salir de casa, llenándonos de nada, eso es la incertidumbre.
Estando en Suiza, le marqué a Gerardo Velázquez de León, porque empezaba el coronavirus, tras los Juegos Olímpicos de Invierno de la Juventud en Lausana. Terminaron el 22 de enero y los primeros casos suizos empezarían unos días después.
Lausana está a dos horas y media en tren de Domodossola, frontera con la hoy abatida Italia; a tres horas y media de Milán. Hay 68 mil cruces diarios en esa frontera norte de Italia y sur de Suiza. Todo ligado. Miles de españoles viven en Suiza también, a pesar de la distancia, pero más cerca del norte de España que de México a Monterrey.
Hacia el norte suizo, París —a escasas cinco horas en tren— y no se diga Alemania, que está a dos horas y media de Lausana también. De ese tamaño es la emergencia que, dice Angela Merkel, es la peor después de la Segunda Guerra Mundial.
Con todo esto, sólo quiero decir que nos tardamos en prevenir. Ya se sabía que Italia, Suiza, Alemania y Francia habían parado sus concentraciones masivas, específicamente futbol. ¿Por qué México no?
Nada va a ser igual en julio. ¿Será momento de replantear nuestra Liga y relación con las televisoras y medios en general? Cuántos muertos necesitamos, mexicanos, para dejar de burlarnos y tomar en serio una calamidad como esta y entonces cambiar, porque es evidente que así no se puede seguir.
Qué agonía. No se dieron cuenta de que no era un balón, sino la vida, la que estaba en juego.