Dijo alguna vez Emiliano Zapata: “Perdono al que roba y al que mata, pero al que traiciona, nunca”. Y es que de la traición ya no hay regreso, no hay segundas oportunidades, y —si acaso las hay— entonces la culpa es de quien fue traicionado, porque muy probablemente se repetirá.
Existen traiciones como la que sufrió el Mayo Zambada, al subirse a un avión en México y, de pronto, encontrarse arrestado al aterrizar en territorio estadounidense, lo que ha desatado una desenfrenada violencia en Culiacán. Existen también traiciones de pareja, desafortunadamente muy comunes y especialmente dolorosas, pero existen traiciones incluso entre compañeros que comparten una cancha de futbol.
Traición es —quizá— la palabra más mencionada recientemente, en los días que se debatió la reforma al Poder Judicial en México. Asombra y asusta la facilidad con que se miente desde las tribunas y esferas más altas de nuestro país. La poca lealtad a las ideas y las frases. Las contradicciones e incongruencias se volvieron costumbre, con el ejemplo en Palacio Nacional... ¿Eso no es, acaso, también una traición?
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Sí, los traidores pueden ser los senadores Yunes, Barreda, Herrera y Saucedo, con su voto o su ausencia, pero lo cierto es que la traición proviene de cada sector, porque —de pronto— parece normalizarse y, por lo tanto, reducir su gravedad. Sin embargo, el delito de “Traición a la Patria”, de acuerdo al Artículo 123 del Código Penal Federal, establece una pena de cinco a 40 años de cárcel.
Vayamos a lo que representa traicionar a un compañero de profesión en el futbol. En estos días, se dieron incidentes que tuvieron como saldo un par de jugadores gravemente lesionados. El primero se dio en el partido Atlante vs Dorados. Hacia el final del primer tiempo, Luis Ruiz hizo una entrada muy violenta sobre el Hobbit Bermúdez, con resultado de doble fractura (tibia y peroné). Tres jornadas atrás, el mismo jugador fracturó a otro de Tapatío. Por supuesto, la comunidad en redes sociales fue muy dura con él, a quien pidieron inhabilitar hasta que Bermúdez se recupere.
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Menos de una semana después, en los últimos minutos del partido Monterrey vs FC Juárez, Germán Berterame se tiró desde atrás para golpear a Avilés Hurtado, quien fue parte de Rayados durante cuatro temporadas. Tarjeta roja. Aunado a estas alevosas y censurables entradas, es importante mencionar lo sucedido en Monterrey, mientras Avilés era retirado del campo y Berterame caminaba rumbo a su vestuario: el público ovacionó al jugador argentino por lesionar a quien ellos consideran un traidor. Hurtado falló un penalti importante en la final contra Tigres y con otro eliminó a Rayados, jugando para Pachuca.
A la traición que corresponde lesionar a un compañero de profesión, se unió la traición de una afición que durante cuatro años se entregó a Hurtado.
Dicen que lo más hiriente de una traición es que nunca es un enemigo quien la firma. Perdonar al que roba y al que mata es cuestión de leyes, de tiempo y de castigos correspondientes, pero perdonar la traición es extremadamente complejo, porque quien ama, perdona; pero quien ama, no traiciona.
@felixunivision12
@felixatlante12
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