Es una buena pregunta para los clásicos, para los tradicionales o para los románticos inclusive, porque siempre se remiten a alguna anécdota, estilo, tradición, jugador o director técnico que tenía su muy particular forma de ser. No conozco a un solo decano del futbol que no sienta nostalgia por nuestro deporte de antaño, y mucho más en esta era contemporánea del VAR, en la que cada gol se divide en dos gritos, con tres minutos de diferencia.

“Todo tiempo pasado fue mejor”, parecen decir los millones de electores que decidieron por una sola, clara y contundente opción el domingo 2 de junio. Eligieron una opción para Presidenta, una para el Congreso y casi una para todos los estados que debían elegir Gobernador (a). El evidente (y contradictorio) mensaje de quienes unánimemente rechazan las épocas unipartidistas de nuestra democracia es: Queremos una sola fuerza política en México.

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Y claro, los 71 años ininterrumpidos del PRI en la presidencia (1929-2000), casi con mayoría absoluta, más los casi 60 en que gobernó las 32 entidades federativas, lo hicieron un partido sin oposición y con vía libre para ejercer cualquier autoritarismo.

“Todo tiempo pasado fue mejor”, opinan quienes presumen que en los 80 fue cuando se realizó la mejor música jamás escrita. En algo tan poco cuantificable (porque la venta de discos dejó de ser la principal medición en el consumo), la evaluación pasó a ser meramente subjetiva.

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Hoy en día, a través de redes sociales, es posible observar múltiples videos de futbol sobre goles, jugadas, partidos, atajadas, peleas, canchas en condiciones deplorables, errores arbitrales, hazañas, bloopers, tumultos, congregaciones de fans, modas, zapatos únicamente negros, ausencia de tatuajes, calcetas hasta los tobillos, porteros que toman el balón con las manos al recibir del pie de un compañero, transmisiones en blanco y negro, balones pesados, uniformes ajustadísimos, fotos de los equipos antes de iniciar el partido. Los de mi generación disfrutamos de aquellos tiempos, porque fuimos testigos, al menos por documentos, de esos acontecimientos que siempre nos parecieron asombrosos y, por lo tanto, defendemos su autenticidad y complejidad.

¿Todo tiempo pasado fue mejor? No sé, aunque los clásicos, tradicionales y románticos lo consideren. Lo único cierto es que todo evoluciona (o al menos cambia) y, en los últimos años, radicalmente. A veces, resulta incomprensible nuestra necedad de aferrarnos al pasado o nuestra incapacidad de aprender lo que generaciones anteriores padecieron. Las canchas lodosas, los goles validados en fuera de lugar, las avalanchas humanas en los estadios y los tiempos en que sólo una fuerza política decidía, no deberían ser señales para padecer nostalgias dolorosas, sino aprendizajes para mejores condiciones.

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