Y un día aparecen los temores, más allá de los miedos. Un día ya no inquieta lo inmediato, sino lo permanente... Y el miedo que invade al tirador en su recorrido desde la media cancha hasta el punto de penalti, se convierte en el temor de fallar no sólo ese disparo, sino en cada uno de los partidos subsecuentes.

Vivir, hoy en día, en un país como México impregna de miedos por la inmediatez de la información (muchas veces falsa) en redes sociales y por la percepción directa en las calles. Miedo a ser uno más de la estadística, miedo a estar en el lugar incorrecto y en el momento incorrecto, miedo a quien se acerca, miedo a un mal clic en el celular... Esa es nuestra realidad, que ha instalado temores en nuestra mente, mucho más allá de la violencia y mucho más acá de la salud. Alejarse de los bombardeos en el teléfono celular ya no es opción, es momento de prestar atención a nuestra salud mental.

Se dice que el miedo es la mera reacción momentánea y del presente que nos hace responder, mientras que el temor es un constante miedo a una u otra cosa.

En una película de los 70 que me hizo reflexionar por años, el cineasta alemán Wim Wenders desarrolló de manera abstracta, pero alucinante, lo que antes el escritor Peter Handke tituló en su libro: El miedo del portero al penalty (evidentemente, Handke nunca fue portero, porque de inmediato se habría dado cuenta de que, durante un penalti, miedo es lo último que experimenta un arquero). En la escena inicial, Bloch, portero profesional, se ve paralizado previo al cobro de un penalti en su contra; decide permitir el gol, para luego abandonar la cancha y deambular por la ciudad, enajenado por aquel inexplicable acto. El miedo experimentado en la portería se convierte en un temor que ya no le abandonará.

Y sí, de pronto, entre la taquicardia, la falta de aire, la ansiedad inquieta y los problemas para conciliar el sueño, nos vemos atrapados por el temor de una vida que avanza y un cuerpo que se deteriora. Quizá entonces debemos escuchar a un maravilloso personaje contemporáneo que lucha contra el cáncer de esófago sin perder la lucidez y la sabiduría, Pepe Mujica:

“Triunfar en la vida es levantarse cada vez que uno cae en todos los órdenes, trabajo, amor en las relaciones. Fracaso hay, pero todos los días amanece. Caemos en ese derrotismo de ‘ay qué espantoso’ y nos la creemos; más bien, tenemos que pensar un poco más en el valor de la humanidad antigua. Nos quejamos de las dificultades, por favor, somos una manga de maricones. Si nos comparamos con la gente que vivía hace 200 o 500 años, no serviríamos para nada”.

Para el expresidente uruguayo, no hay miedos ni temores a sus 90 años; pero nosotros, quienes estamos hechos de otra materia mucho más frágil, debemos lidiar con miedos y temores en una época en que nos preocupamos únicamente por la felicidad, pero hablamos más que nunca del sufrimiento.

@felixatlante12

@felixunivision12

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