Raphinha disfruta de sus largas vacaciones (10 junio al 13 de julio) en su natal Brasil, mientras reflexiona lo que poco después generaría enorme controversia: “Es muy difícil renunciar a las vacaciones para algo que nos obligan, muchos de los participantes en el Mundial no tendrán vacaciones y eso es inaceptable... Las vacaciones son sagradas”.
Raphinha creció en un barrio sumamente marginado de Porto Alegre, donde vio perderse en el crimen y el narcotráfico a varios chicos de su edad, con enormes posibilidades de trascender en el futbol. Él, por su parte, prefirió pedir comida a robar.
Alguna vez dijo Sir Alex Ferguson que los jugadores de élite que él dirigía no tienen como objetivo ganar más dinero (porque reciben suficientes millones como para no preocuparse), sino la gloria... Y hoy en día tal parece que las vacaciones son otra de sus metas incuestionables, de acuerdo con lo que piensa Raphinha, la estrella del Barcelona.
Karl-Heinz Rummenigge, CEO del Bayern Munich y leyenda en la selección alemana, explica muy bien el fenómeno de los grandes salarios contra la enorme cantidad de partidos por año: “Los agentes de los jugadores exigen contratos más y más altos; al concederlos, no le queda otra salida al club que generar más dinero mediante el aumento en la cantidad de partidos, porque es la única manera de hacerlo. Por lo tanto, creo que es momento de sentarse a dialogar entre todas las partes involucradas para encontrar el punto de equilibrio”.
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Ante la ola de comentarios y críticas tras lo externado por el astro brasileño, apareció una réplica de Oribe Peralta, uno de los mejores goleadores de este siglo en el futbol mexicano: “No creo que haya olvidado su origen, simplemente no piensa vivir reventado para gustar... Lo que algunos llaman incongruencia, se llama dignidad”.
Lo cierto es que, para la mayoría de los simples mortales que deben salir a trabajar turnos completos cada día, para generar un salario apenas suficiente, resulta insultante leer posturas como la de Raphinha (y Oribe), que —en términos muy simples y poco analizados— gana millones por hacer lo que le apasiona unas cuantas horas al día.
Ser futbolista profesional de élite representa una exigencia constante, mientras entrena, viaja, se concentra, juega y se recupera, pero también durante su llamado entrenamiento invisible, que es el cuidado personal.
Uno lo hace sin cuestionar, porque es lo que corresponde, porque hay un deseo, porque es el precio y porque se da cuenta de que sólo llegan y destacan los que están dispuestos al sacrificio, además de contar con el talento.
El Barcelona disputó 60 partidos en la temporada 2024-25. Raphinha estuvo en 58, más sus compromisos con la selección brasileña (11 jugados de 14 partidos oficiales, entre eliminatorias mundialistas y Copa América).
No defiendo al delantero del Barcelona, porque la carrera es muy corta e invariablemente uno la extraña al poco tiempo del retiro.
Por lo tanto, vale la pena el sacrificio (muchas veces, sin vacaciones). Sin embargo, todo trabajador, sin importar sus ingresos, merece descanso y la saturación de Raphinha, después de un año muy exigente, es totalmente comprensible.
Las preguntas clave en este caso serían: ¿Porque me pagas millones, no tengo derecho a descansar?, o ¿Porque me pagas millones, tengo necesidad de descansar para rendir de acuerdo a las enormes expectativas?
Reflexionemos, sin detenernos únicamente en el privilegio de “ser futbolista”.
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