Ha pasado a ser un protocolo lamentable en las tribunas de los estadios en México: Cae el gol, nos cubrimos con las capuchas de las chamarras, no festejamos y esperamos a que nos caiga la cerveza durante lo que llaman “festejo”.
Ir a los estadios de la Liga MX no es, ni de cerca, la experiencia que nos pretenden vender. Dentro de los 12 puntos que expuso el comisionado Juan Carlos Rodríguez al asumir su cargo, uno se refiere a “la experiencia del aficionado”. Hoy, los riesgos son más probables que las satisfacciones. Lo que nos vendieron como seguridad, a través de un inútil Fan ID, representa inseguridad y pérdida de tiempo.
No, no ha sido culpa de quien ha tenido trabas para cumplir con esos 12 puntos a los que se comprometió, porque las decisiones dependen de quienes se comprometieron a apoyar incondicionalmente este nuevo puesto.
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Existe la propuesta de un Fondo de Inversión para los equipos de la Liga MX, que ofrece el mayor Fondo de Inversión del mundo: Apollo Global Management... Sí, pero como todo inversionista, únicamente repartirá una enorme cantidad a los clubes (mil 300 millones de dólares) si cumplen con 200 puntos básicos, que tienen que ver con los principales aspectos que cualquier equipo de una Liga estable, decente y que presume estar entre las mejores, tiene: Seguridad en los estadios, circuito cerrado, correcta señal de WiFi y funcionamiento adecuado del llamado Fan ID.
Nuestra Liga MX se cae a pedazos y arrastra a la Selección Nacional. El bajísimo promedio de asistencia en los estadios durante el Apertura 2024 no es una coincidencia, como no lo son los pobres ratings de televisión. El aficionado ha volteado a otras Ligas, a otras ofertas en pantalla o streaming y otras experiencias. Aunque altos funcionarios lo nieguen, la desaparición del ascenso/descenso, el exceso de futbolistas extranjeros y la pésima calendarización, han resultado una combinación perfecta para el desinterés. Aunado a lo anterior, insisto en el alto riesgo que representa asistir a los estadios.
Un claro ejemplo es lo sucedido en el partido de Play-In entre Chivas y Atlas, donde no sólo se arrojó cualquier cantidad de objetos a la cancha y hubo invasión de campo, un padre de familia (aficionado rojinegro), en compañía de su hijo adolescente, recibió cuatro puñaladas en la espalda, al interior del inmueble. ¿Cuál fue el castigo? Un solitario partido de veto, que —por cierto— el Guadalajara apeló.
Sólo un cambio radical en nuestro futbol abre la esperanza de contar, a corto plazo, con una Liga a la altura de nuestra pasión. La llegada del Fondo de Inversión sería un enorme salvavidas, pero algunos no están dispuestos a transparentar sus finanzas y prefieren que nosotros continuemos asistiendo a estadios vetustos, con muy poca seguridad, libertad para delinquir y con las capuchas de nuestras chamarras cubriendo la cabeza cada vez que cae un gol.
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