Vestidor roto, mover el tapete, hacer la cama, discurso desgastado, el hilo se corta por lo más delgado, es más fácil correr a uno que a 25... Tocar fondo. Conceptos que aparecen a la par de una crisis dentro de un equipo de futbol. Hoy, en , todos retumban sin cesar. Cuatro derrotas en los últimos cinco partidos, con dos goles a favor y 11 en contra. Nueve puntos en los primeros tres partidos, pero sólo cinco de los siguientes 21.

Los equipos grandes traen escándalos grandes... Los equipos grandes y populares traen escándalos con exageraciones... Y los equipos grandes, populares y únicos, como Chivas, generan rumores, mitos, juicios y mentiras. Hoy, un director técnico serbio y un director deportivo español, quienes por primera vez trabajan en México, en menos de un año experimentan la miel y la hiel, la luz y la sombra, el abrazo y el rechazo de una afición particular y de un equipo original, al que se le ama y se le odia por muy poco... Pero también por mucho.

Una de las explicaciones más sencillas e irresponsables que se dan en redes sociales, o incluso en medios de comunicación, es que los jugadores (“aburguesados”) ya no quieren al director técnico en turno. “El discurso ya les hartó”, dicen unos. “Nos hace trabajar demasiado”, dicen otros. “Es muy estricto”, dicen algunos más, e incluso se llega a especular: “Es que ganan mucho dinero”. Lo cierto es que vestir la camiseta de Chivas no es para cualquier futbolista, dirigir al Rebaño no es para cualquier director técnico y tomar decisiones dentro del Guadalajara no es para cualquier directivo.

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Chivas tiene un enorme, inmenso compromiso, que debe aceptar cualquiera que trabaje en la institución: Estar en los primeros lugares, con las limitantes y desventajas que esto significa.

Chivas, de pronto, se quedó sin capacidad de respuesta, tras recibir una anotación. La confianza, tantas veces contagiosa, hoy se transforma en desconfianza, muchas veces contagiosa. La estabilidad, muchas veces fundamental en el logro de grandes objetivos, hoy se transforma en inestabilidad, tantas veces catastrófica. El gozo por desempeñar el talento, que tanto trabajo costó depurar, de pronto se convierte en un terrible sufrimiento, sin respuestas aparentes.

Chivas enfrenta a Toluca en el Nemesio Díez y luego al Atlas, partidos tan complejos como reveladores y urgentes de resultados. Soy de los que piensan que lo realizado el torneo anterior fue tan bueno y tan inesperado, que permite a Paunovic contar con un crédito suficiente para terminar el presente certamen; incluso, si la desconfianza, inestabilidad y sufrimiento de esta crisis, empeoran.

Por lo pronto, y hasta nuevo aviso —de acuerdo con los resultados—, en Chivas se hablará del vestidor roto, de futbolistas inconformes que “hacen la cama” al entrenador, del discurso desgastado y que el equipo ha tocado fondo. Riesgos y beneficios de formar parte de un equipo único y popular, tan grande como sus escándalos.

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