La lámpara de pie nos pareció linda, de buen tamaño, con suficiente luz gradual en sus cinco focos y a precio razonable. Se pagó, pero —de pronto— el día de la entrega nos llamó el vendedor para informar que en realidad esa lámpara ya no estaba en inventario y que por un error fue vendida. Aceptamos sustituirla sin estar plenamente convencidos.
Acudimos a la tienda y, en efecto, ahí estaba la lámpara ofrecida, pero... La que estaba en exhibición, había sido ya pagada y apartada. “No se preocupen, tenemos otra en bodega”, nos dijo el vendedor.
Después, apareció con la lámpara en dos cajas, una con los cinco brazos que cargaban cinco focos y otra con la muy pesada base. Se revisó, no había focos, faltaban tuercas, tornillos y la base de mármol venía rota.
“Tengo una más”, nos informó. Minutos más tarde, apareció con la caja. Se abrió y, para nuestra sorpresa, la base también venía partida.
La tienda departamental no quiso hacer un descuento y, con el coraje, solicitamos nuestro dinero.
Con la frustración más que viva, mi novia me dijo: “Esa lámpara no era para nosotros, estaba escrito”.
Y es que el destino marca una ruta que no podemos alterar, y es muy importante saber interpretar lo que cada experiencia nos indica.
A principios de 2018, Kepa Arrizabalaga, portero del Athletic de Bilbao, despertó gran interés en el Real Madrid, ante la posible salida de Keylor Navas. Sin embargo, por alguna razón, Zinedine Zidane, DT merengue, se opuso y terminó en el Chelsea por 80 millones de euros, la cifra más alta pagada por un portero. A su vez, Thibaut Courtois, arquero del Chelsea, pasó al Real Madrid en el mismo año. Con el tiempo, el portero belga se convirtió —para muchos— en el mejor del planeta y Kepa nunca logró desquitar en la Premier League o en la Champions lo que se pagó por él.
El 10 de agosto, durante un simple calentamiento antes de entrenar, Courtois tuvo la mala fortuna de romperse el ligamento cruzado, sólo días antes de iniciar la Liga en España. De inmediato, se prendieron las alarmas para buscar otro portero confiable y encarar las múltiples competencias. El elegido fue, en efecto: Kepa.
Lo que se confundió como destino impidió al portero vasco portar los colores del equipo más famoso del mundo en 2018, y probablemente pensó que se le fue, en definitiva, esa oportunidad. El verdadero destino lo ubica hoy, con mayor madurez, en el equipo más ganador de Champions League, para ser protagonista en un momento probablemente más adecuado... Estaba escrito.
Aquel día regresamos a casa, contemplamos con desilusión el espacio destinado a la lámpara, y salimos a caminar. La lluvia nos impidió seguir la ruta planeada y en la modificación de la caminata, nos vimos refugiados frente a una tienda que mostraba varias lámparas de piso. Ahí estaba, detrás, escondida, la misma de cinco focos disponible (y a menor precio) para ocupar el espacio destinado en la casa... Estaba escrito.
Real Madrid puede presumir de contar con Kepa, sin desembolsar la fortuna que Chelsea pagó. A su vez, él puede sentirse orgulloso de ser el portero del Madrid. Nosotros, por nuestro lado, agradecemos al destino por todo el proceso que nos llevó a la puerta de aquella desconocida tienda.