“En 2024, el aumento de la riqueza en Norteamérica se debió principalmente al aumento en el valor de las acciones y los bonos para los muy ricos. A nivel mundial, la riqueza financiera total aumentó 6.2 %, mientras la riqueza no financiera se expandió tan solo un 1.7 %” (Michel Robert, 7 / 07/ 2025- Blog).

Por muchos años, prácticamente desde los setentas del siglo pasado, se empleó el término <<desacoplamiento>> para describir la separación del capital financiero respecto del productivo; el problema es que los empleadores del término, generalmente de inspiración neoclásica, no acertaban a explicar las razones del fenómeno. No entendían el efecto social de la organización creciente de los llamados mercados de inversión; para Keynes, el asunto era muy claro:

“Entre las máximas de la finanza ortodoxa, ninguna, seguramente, es más antisocial que el fetiche de la liquidez, la doctrina según la cual es una virtud positiva de las instituciones de inversión concentrar sus recursos en la posesión de valores <<líquidos>>. Olvida que las inversiones no pueden ser líquidas para la comunidad como un todo” (Keynes, 1958, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, FCE, México: P. 142).

¿Por qué crece más la riqueza financiera (acciones y bonos) que la productiva? En primer lugar, porque la compra de acciones es mucho menos riesgosa, en teoría, que la de bienes de producción, como compromiso social para ocuparlos por toda su vida útil; en segundo lugar, el crecimiento de la riqueza financiera en 3.65 veces el de la productiva, durante el año pasado, se explica por la deuda orientada a la recompra de acciones, a la revaloración artificial de los propios instrumentos, como un fenómeno indiscutiblemente especulativo.

Si la especulación financiera domina el panorama mundial, y sí lo domina, la actividad productiva, y su círculo virtuoso de inversión → ocupación →ingreso → consumo → ahorro → nueva inversión, se ve interrumpido, en el mejor de los casos, o cancelado, en el peor.

El control del sector financiero no se agota en la definición de regulaciones. El inmoral margen de la intermediación financiera en el país, también puede -y debe- recibir un calambre fiscal, por no hablar de correctivos mayores. Resulta increíble que bancos extranjeros cobre aquí tasas de interés que, ni de broma, podrán cobrar en sus países de origen.

En la búsqueda de equidad -desde John K. Galbraith hasta Thomas Piketty- han exaltado la relevancia de una fiscalidad directa progresiva, como un instrumento fundamental. El problema es que su eventual aplicación corresponde al momento en el que, desde la producción, ya se ha verificado una distribución del ingreso que no se inmuta a la hora de gravar al correspondiente a ganancias y/o a rentas, con lo que la estructura productiva queda inmune frente a la autoridad fiscal.

Los dos gobiernos de la 4T han sido enfáticos al negar la necesidad de una reforma fiscal en México, sin ofrecer algún argumento -ya no digamos persuasivo, argumento a secas-, mientras el gasto social va obligando a recortes diversos y tendencialmente alcanzará una dimensión bíblica.

En el mundo del dinero, y pareciera que hasta hoy se descubre que también en el inmobiliario, la especulación y el abuso caminan de la mano con una inconcebible complacencia gubernamental. En el frente externo, el gobierno de los Estados Unidos pareciera estar escribiendo el libreto de nuestra propia política económica y social, ahora para cerrarle la frontera a la exportación ganadera, ayer para imponerle un alto arancel a la exportación de cobre y antier para remitir el flujo de migrantes y fentanilo. Hace ya largo rato que Octavio Paz sostuvo que, en la relación con México, los gobiernos estadounidenses nos envían a dos gemelas, la arrogancia y la ignorancia, que hoy podemos personificar en las señoras Pamela Bondi y Kristi Noem.

En economía, se dice que una familia, una empresa o un gobierno son solventes si pueden pagar sus deudas y mantener su volumen de consumo, producción o dotación de servicios públicos. Hay que hacerlo para serlo; en política, también se puede alcanzar la solvencia, resolviendo el financiamiento interno del crecimiento con nuevos recursos fiscales y valorando, con más patriotismo que pragmatismo, los reclamos del subnormal y de su cortesano gabinete.

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