Ay, cómo es cruel la incertidumbre” (Gonzalo Curiel, 1936, Incertidumbre canción estrenada en la película Hombres del mar, 1938).

… en la variabilidad de los seres orgánicos y en los efectos de la selección natural no parece haber más designio que en la dirección en que sopla el viento” (Charles Darwin, Autobiografía, citado en John Gray, 2025, Los nuevos leviatanes. Reflexiones para después del liberalismo, ensayosextopiso, México, p. 31).

En la utópica y reiterada pretensión de <<explicar todo>>, la teoría neoclásica ha intentado metamorfosear reiteradamente a la incertidumbre en una especie de probabilidad chiquita, en un riesgo actuarialmente mensurable para, entre otras cosas, intentar describir el futuro con datos del presente. La emergencia conocida como <<Gran Recesión>>, en palabras de Alan Greenspan -presidente de la Reserva Federal (FED), al momento del estallido de aquella burbuja- “No podía haber sido prevista porque nunca antes había ocurrido” (citado en Nassim Nicholas Taleb, 2013, El cisne negro. El impacto de lo altamente improbable, Booket, México, p. 446). En la actualidad, todavía se padecen los efectos de aquella desgracia imprevista; notablemente, la absurda austeridad.

En su invencible buen humor, el ido John Kenneth Galbraith (1908-2006) alguna vez afirmó que <<la única función de los pronósticos económicos es hacer que la astrología parezca respetable>> (citado en Ha-Joon Chang, 2015, Economía para el 99 % de la población, Debate, Buenos Aires, p. 31, Nota al pie). En síntesis, la llamada <<sabiduría económica convencional>> no tiene capacidad de explicar a la misma realidad económica, mucho menos a <<casi todo>>, como presume.

La carga enorme de trabajo que, después de la publicación de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, en marzo de 1936, le impuso a Keynes el autoritarismo protagónico en Europa, el estallido de la Segunda Guerra Mundial, con su enorme preocupación por <<Cómo pagar la guerra>>, 1940, los preparativos del Plan que creó las instituciones de Bretton Woods, su profunda decepción por la designación de un responsable del FMI distinto a Harry Dexter White y su casi inmediata muerte, en 1947, le impidió dialogar con todos sus <<críticos>>, para los que, en aquella obra trascendental, <<lo bueno no era nuevo y lo nuevo no era bueno>>.

Durante 1937, Keynes escribe un artículo, The General Theory of Employment, destinado a explicar el carácter fundamental de la incertidumbre radical: “Por conocimiento <<incierto>> no pretendo simplemente distinguir lo que se da por cierto de lo que es sólo probable […] El sentido en el que estoy utilizando el término es aquel en el cual la perspectiva de una guerra europea es incierta, o el precio del cobre y el tipo de interés de aquí a veinte años, o la obsolescencia de los inventos, o la situación de los poseedores de riqueza en el sistema social de 1970. En estas cuestiones no existe ninguna base científica sobre la que pueda formarse ninguna probabilidad calculable. Sencillamente no lo sabemos” (1937, en John Maynard Keynes. The Essential Keynes, Edited with an introduction and commentary by Robert Skidelsky, Peuguin Classics, UK, p. 265).

¿Qué efecto económico tendrán las medidas proteccionistas trumpianas?, ¿cómo concluirá la guerra en Ucrania?, ¿cuánto tiempo durará la parálisis del gobierno estadounidense?, ¿cuál es el futuro de Palestina?, ¿habrá en México una reforma fiscal?, ¿ganará el Doctor Simi el Premio Nobel de la Paz? No lo sabemos porque la incertidumbre si existe y, como dijo el clásico, es muy cruel.

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