“Pero si, como es mucho más probable, el gasto total resultante no está exactamente en el nivel que evita la inflación, por un lado, y la deflación, por otro, para darnos pleno empleo, el gobierno tiene que aplicar las Finanzas Funcionales para aumentar o reducir el gasto total al nivel requerido “(Abba P. Lerner, 1951, Economics of Employment, McGraw-Hill Book Company Inc., USA, p. 135).
En un texto de reciente aparición (Futuro. Otro capitalismo tiene que ser posible. Pensar por fuera de la ortodoxia (2023), editado por Michel Jacobs y Mariana Mazzucato), Stephanie Kelton, en un capítulo muy interesante, “El fracaso de la austeridad”, propone: Redescubrir las lecciones de las “finanzas funcionales” es un primer paso necesario en el camino hacia repensar el capitalismo.
Abba Lerner (1903-1982), el padre de las finanzas funcionales, fue un economista de origen ruso. Estudiante y profesor ayudante en la London School of Economics, 1930-1937, fue uno de los estudiantes de Hayek que desertaron al lado keynesiano. Su teoría de las “finanzas funcionales” (1943) era una aplicación lógica de las ideas keynesianas a las finanzas públicas, sorprendente por su crudeza. El primer principio de las finanzas funcionales era que la política fiscal debería ser juzgada únicamente por su efecto sobre la economía (en realidad, sobre el empleo), no por su efecto en el presupuesto del gobierno. Esto no estaba suficientemente <<vestido>> para gustar a John
Maynard Keynes (Robert Skidelsky, 2013, John Maynard Keynes. La biografía definitiva del economista más influyente de nuestro tiempo, RBA, Barcelona, pp. 1295-96).
La alta doctrina de la sabiduría económica convencional incluye al presupuesto equilibrado. Recuérdese que, al apretarle las tuercas a España desde la Troika, el gobierno socialista (es un decir) de José Luis Rodríguez Zapatero acordó con el Partido Popular incorporar el equilibrio presupuestal nada menos que en la constitución.
Eso son las “finanzas sanas” que, como en el caso de México, hoy se presumen desde el gobierno, a partir de la Ley de Responsabilidad Hacendaria y Presupuestal, aprobada en el 2006 por todos los partidos representados en el Congreso de la Unión.
El neoliberalismo y la globalización lograron que la política fiscal volara muy bajo y que la dictadura financiera se impusiera sobre la soberanía democrática. Poblaciones miserables, subempleo, informalidad y pobreza son resultado de la salud de las finanzas; ni las “corcholatas” en campaña ni la versión 2, hoy electoral, del Pacto por México abordan (¿conocen?) el tema.
Evocar a Abba Lerner en estos días de megamenazas y policrisis, es un soplo de aire fresco en la economía política por construir. Que así sea.