Los pueblos de Europa y el mexicano comparten una historia de grandes aspiraciones, momentos de crisis profunda y renacimiento democrático.  Una vez que México se independizó en 1821, miró especialmente a los países europeos como inspiración para construir una república democrática progresista.

Este sentido de valores compartidos y propósito común entre México y Europa está vivo hoy también, más fuerte que nunca. Como Alta Representante de la Unión Europea (UE), esta es mi segunda visita a México y la primera desde la elección del nuevo gobierno mexicano.

Pero más allá de las visitas oficiales, en los últimos años hemos desarrollado una relación especial y privilegiada con México y los mexicanos. Hace dos décadas, México se convirtió en el primer país fuera del continente europeo en establecer un acuerdo global con la Unión Europea. Y en los últimos tres años, México ha sido parte del grupo de países con los que estamos negociando una nueva generación de acuerdos de asociación.

No son simples acuerdos de libre comercio: son compromisos amplios que crean nuevos derechos para nuestros trabajadores, nuevas acciones para proteger el medio ambiente y que profundizan nuestra cooperación política. El futuro acuerdo con México será uno de los más avanzados que la UE suscribe con sus socios.

El motivo es simple. No sólo sabemos que México es un jugador clave en el hemisferio occidental, a nivel político, diplomático y económico. No sólo la UE es el tercer socio comercial de México y el segundo inversor en el país. Lo más importante es que compartimos los mismos valores fundamentales. Ambos queremos preservar el sistema multilateral, mientras otros alimentan el enfrentamiento.

Europa y México buscan cooperación. Compartimos la misma preocupación por el clima y el deseo de construir un modelo de desarrollo más sostenible.

Vivimos tiempos difíciles para el multilateralismo y para el planeta. Los intereses nacionales o regionales de corto plazo en ocasiones pueden hacernos perder la visión global, necesaria para mantener un orden mundial equilibrado, sostenible y lo más justo posible para todos los ciudadanos.

Por eso, durante mi visita a México, propondré al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, desarrollar una cooperación más estrecha en la defensa del ordenamiento jurídico multilateral, especialmente en el seno de las Naciones Unidas y de la Organización Mundial del Comercio. Las crecientes tensiones mundiales apuntan a la necesidad urgente de fortalecer el sistema multilateral basado en normas compartidas. La UE y México tenemos un largo historial de sinergias y trabajo común en esta área. Y comprendemos bien la importancia de la cooperación regional.

La UE fue uno de los primeros socios en manifestar su apoyo al Plan de Desarrollo Integral para El Salvador, Guatemala, Honduras y México, no sólo a nivel político, sino también económico. Hemos contribuido con 7 millones de euros para proyectos en los cuatro países relacionados con la seguridad alimentaria, el desarrollo rural y la creación de empleo. Compartimos plenamente el objetivo de reducir las desigualdades sociales en la región, y también de ofrecer a todos la oportunidad de construir un futuro digno en su propio país, sin ser impulsado a emigrar.

Con nuestro nuevo acuerdo ambicioso podemos explorar nuevas formas de cooperación a nivel regional y multilateral. Los europeos vemos a México como un socio clave, con un papel único en la región. Es el décimo país más poblado del mundo, un puente entre el norte y el sur del continente americano, pero sobre todo un país amigo que comparte nuestros valores y nuestras aspiraciones. El nivel y el potencial de nuestra colaboración es realmente extraordinario.

Unión Europea y México: socios estratégicos ante los retos globales

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