Al grito de nuestra Presidenta sumamos otros gritos por lo que se está viviendo. La aprehensión de un presunto delincuente cabeza de una banda de criminales, obliga a gritar nuestro reconocimiento a la Titular del Ejecutivo Federal.
Podría haberse dilatado su detención, e incluso para tranquilidad de quien lo nombró como jefe de la policía en el Estado que gobernaba, dejar que se perdiera en la memoria y quizá hasta lograr la prescripción legal.
Sobre este tema, la declaración del senador Adán en relación con su cercano colaborador fue ridícula, mencionó como actos de corrupción la muerte accidental de dos colaboradores del presidente Calderón.
García Harfuch recibió la orden no solo de encontrarlo, sino de lograr que desde el país al que había ingresado el presunto delincuente, fuera enviado de inmediato al nuestro. Por eso un grito esperanzador, así lo miro, se está separando este gobierno de la tutela e incluso subordinación maléfica del anterior gobierno.
A ese hecho concreto tenemos que agregar el que se haya trasparentado el criminal comportamiento de los sobrinos de su tío, a quien su sucesor, el actual Secretario de Marina, reconoció que en esa dependencia dependiente del Presidente se había procedido de manera ilegal. Las declaraciones de López Obrador, de que un Presidente sabe todo lo que sucede en su gobierno, implica que esos monumentales ilícitos, por el monto económico de los daños causados a México, eran de su conocimiento.
Tiene la Presidenta la oportunidad no solo de acabar con la influencia nefasta del anterior sexenio, cuanto también de que sean juzgados y de acuerdo a la ley, castigados quienes fueron consumados delincuentes.
La doctora Sheinbaum está aprovechando inteligente, patriótica y valientemente, esta oportunidad; que no la desperdicie, pues decía Henry Kissinger que en la política las oportunidades no son acumulables.
Asimismo, un grito de felicitación por haber omitido a la cuarta transformación en sus palabras. Enhorabuena que de manera expresa se refirió a las mujeres que con su esfuerzo cotidiano e incluso sacrificio, contribuyen a la vida social del país. Pero también a propósito de esas menciones, una observación respetuosa, usted y yo señora Presidenta, como la inmensa mayoría de los mexicanos que coreaban su grito en el Zócalo, identifican a la heroína Josefa Ortiz de Domínguez con este nombre y no había necesidad de agregarle su otro apellido, ni omitir el de su esposo, que por cierto en 1824 fue Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y participó a favor de la lucha independentista.
Ahora que menciono observaciones, ojalá considere para celebraciones posteriores, invitar a diputados, senadores, colaboradores suyos, de otras jerarquías, no solo a los del gabinete legal, empresarios, rectores, investigadores. Es, señora, una fiesta del pueblo. Que no estén solo presentes sus familiares cercanos, y que bueno que fueron, sino muchos otros mexicanos para que con usted vivan esa bella conmemoración. No se enfocaron las cámaras para los balcones, ni en los salones por los que usted transitó junto con su esposo para recibir la bandera de la escolta.
El próximo “Grito”, lo deseo por el bien de la Patria, saldrá usted al balcón central con mayor fuerza política, reconocimiento popular e independencia, valga la referencia en el día de la independencia, de cualquier injerencia tabasqueña, o del lugar en que se ubique su antecesor.
Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM