Los dos primeros, alentando y fortaleciendo la democracia, el tercero destruyéndola.
Que útil sería para el país, para su futuro, que la Presidenta Electa hiciera reflexiones sobre las ideas que aquí expondremos y las transmitiera a sus compañeros de partido que se encuentran en el Legislativo.
No dudo, ni un momento que las preocupaciones aquí externadas las pueden tener muchos legisladores de ambas Cámaras; confiemos en que su patriotismo por el bien del país evite que sin cambiar una coma aprueben esa iniciativa presidencial.
El presidente Adolfo López Mateos envió una iniciativa cuando estaba cercano el fin de su sexenio, para crear la figura de los “diputados de partido”.
En la iniciativa con la que hizo la propuesta de esa modificación constitucional, señaló que consideraba necesario que pudieran tener representación las fuerzas minoritarias que agrupadas en partidos políticos, representaban corrientes que deberían ser escuchadas, y que no estuviera solo la presencia de un partido político.
De esa manera en 1963, se presentó la iniciativa que mencionamos, en virtud de la cual los partidos podrían acreditar diputados por los porcentajes que obtuvieran en la votación nacional.
Se señaló que por el 2.5% tendrían derecho a cinco diputados, y después, por cada 0.5% a un diputado más. De esa forma, en 1964 que fue la primera elección en que se aplicó esta reforma, el PAN tuvo 20 diputados; el PPS, 9, y el PARM 5. Llegaron a esas curules destacados militantes de sus Partidos. Por Acción Nacional, Adolfo Christlieb Ibarrola; por el Popular Socialista, Vicente Lombardo Toledano; y por el Auténtico de la Revolución Mexicana, el general Juan Barragán. Estos diputados integraron la XLVI Legislatura, que fue la primera en el gobierno de Díaz Ordaz. La misma figura de diputados de partido prevaleció en ese gobierno y en el de Echeverría y en la primera legislatura de López Portillo.
Con este Presidente, se creó la figura de los diputados plurinominales. La Cámara tendría 300 diputados uninominales, que serían quienes triunfaran en los distritos electorales en los que fueran postulados, y 200 serían los plurinominales, que alcanzarían esa representación por los porcentajes que obtuvieran los partidos que los postularan. Este procedimiento implicaba la elaboración de listas en las demarcaciones electorales en que se dividía la República. Lo trascendente de esta reforma es que se seguía reconociendo a las minorías su derecho a forma parte de la Cámara de Diputados.
Posteriormente, en 1996 y en 2016, se hizo una reforma constitucional para crear la figura de los senadores de primera minoría que eran los que en la votación directa hubieran obtenido el segundo lugar y los senadores que llegaran por los porcentajes obtenidos por sus partidos, en un número de 32, con lo que el Senado se integra con 128 senadores.
Ahora refirámonos a otro López, a López Obrador, que como dije, destruye la democracia al quitarle presencia y voz a las minorías.
Con la reforma de López Obrador, desaparecen los diputados plurinominales, como también los senadores de primera minoría y los de la lista nacional. Solo serán legisladores quienes obtengan mayoría de votos en las elecciones. Tiene la seguridad de la mayoría de su partido, para tener un Congreso obediente y sumiso como a él le gusta, que le heredará a su sucesora. Una dictadura apoyada por sus incondicionales partidarios.