El mundo se encuentra frente a un momento difícil ante la llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos. Para México, es preocupante advertir las medidas que ha comenzado a implementar y las que ha anunciado.

El problema de los migrantes es una preocupación severa para la economía nacional, sin embargo, lo es también para los Estados Unidos. Nuestros paisanos con su trabajo contribuyen de manera relevante a su economía.

De la misma manera que los mexicanos que han salido de sus lugares de origen al enviar cantidades importantes de dinero con el fin de apoyar a sus parientes, contribuyen a la economía regional y nacional.

La presencia de quienes trabajaban en Estados Unidos refleja que no se crearon tener fuentes de trabajo y de esa manera evitar que tuvieran que emigrar al norte. Es un descuido de todos los gobiernos independientemente de su filiación política.

En una postura que era realmente absurda, se presumía que las cantidades recibidas por ese concepto eran cada año eran mayores, cuando la partida de los mexicanos debería de haberse considerado vergonzante para el Estado.

Ahora se buscará darles alguna ayuda y, en principio, también buscar que los inmigrantes de otras nacionalidades regresen a sus países. Pueden ser cientos de miles las personas expulsadas de los Estados Unidos. No tenemos la capacidad económica para sostener su permanencia.

Se sabe que con motivo de las pasadas elecciones federales, se expidieron credenciales de elector, como que se les cobijó con las ayudas que da el gobierno con la condición de que votaran por el partido en el poder.

La presencia de muchos nacionales y extranjeros que requerirán de sustento, puede también incrementar las actividades delictivas que padecemos, y lamentablemente no han disminuido de manera importante.

Son no solamente muchos los homicidios que se presentan en nuestro gran país, sino también delitos patrimoniales incluso en las carreteras; la existencia de la Guardia Nacional no ha dado los resultados deseados.

Sinaloa es un ejemplo claro de la ineficacia del gobierno en el campo de la seguridad, como es un modelo de cinismo la declaración de su gobernador que afirma que su Estado se encuentra muy bien, sin problemas.

El narcotráfico tuvo un auge muy importante en el sexenio en donde se les abrazaba con entusiasmo y podemos decir que hasta se les consideraba y miraba con afecto. Recordemos cuando el anterior Presidente fue a saludar a la madre de una persona acusada de delitos contra la salud, como la molestia que le causó la forma en la que fue entregada a Estados Unidos otra persona acusada de los mismos delitos y con insistencia exigía se le explicara cómo había sido ese operativo.

Ante esta realidad, y la declaración de ser considerados estos presuntos delincuentes como terroristas por el presidente estadounidense, puede provocar hasta la intervención en nuestro territorio para detenerlos.

Aunado a lo anterior, tenemos la imposición de aranceles a los productos que exportamos, lo que vendría a ser otro duro golpe a la economía nacional.

Además, como si lo anterior no hiciera que estos tiempos fueran difíciles, tenemos la ocurrencia de pretender cambiarle el nombre al Golfo de México, lo que podría hacerse en la plataforma continental de ese país.

Recuerdo una expresión popular que se aplica muy bien ante este panorama: “Dios nos agarre confesados”.

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM

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