Como lo ofrecí la semana pasada, hoy continuaré haciendo una breve mención de algunas de las señoras que fueron esposas de los presidentes de la República; sin embargo eso no me impide escribir unos renglones sobre hechos recientes de la vida pública del país.
Son hechos que a mí me preocupan por el presente y el futuro nacional. La vigorosa, valiente, jurídica y clara decisión de la Corte nos hace sentir orgullosos de esa institución; lo que ha de llenarnos de temor y de miedo por el futuro de la Patria son las declaraciones cada vez más violentas de López Obrador.
Su conducta no lo hace artífice de una cuarta transformación, como ha querido identificar a su gobierno, sino lo presenta como el primer destructor de lo construido por siglos por el pueblo mexicano.
Sus declaraciones groseras, arbitrarias, burlonas, que no irónicas porque no son ni elegantes ni inteligentes, las respaldan quien aspira a gobernar nuestro país y que ha hecho de la capital, la ciudad de los baches y del peor servicio del Metro, entre otras muchas muestras de ineptitud y también, lo que es más grave, las secunda un hombre preparado a quien creo inteligente, hasta con doctorado en la Sorbona.
Volvamos a las señoras, y con ellas a tiempos idos, en los que a pesar de los momentos difíciles que pudieron vivirse, no tuvieron las amenazas institucionales oficiales que ahora gracias al Presidente de la República soportamos.
Álvaro Obregón Salido, presidente de 1920 a 1924, y que al ser asesinado el 17 de julio de 1928 en un restorán en la Ciudad de México, en San Ángel, ya no pudo tomar posesión de su segundo periodo el 1 de diciembre de 1928, estuvo casado primero con la señora María del Refugio Urea, quien falleció en un parto, junto con los dos niños que deberían de haber nacido. En su segundo matrimonio se casó con María Claudia Tapia Monteverde. Ella fue su viuda y recibió el cuerpo de su esposo recién asesinado en su casa ubicada en la entonces avenida Jalisco, que ahora se llama Álvaro Obregón.
La esposa de Plutarco Elías Calles fue Natalia Chacón, quien murió en el último año de su gobierno, y entonces se casó don Leonor Llorente, que fue la primera dama en 1928. Ella acompañó a su esposo a Estados Unidos, a donde lo envió Cárdenas el 10 de abril de 1936.
Emilio Portes Gi, fue presidente interino del 1 de diciembre de 1928 al 5 de febrero de 1930. Se esposa fue Carmen García González.
En las elecciones a que se convocó, resultó electo Pascual Ortiz Rubio. Su esposa fue Josefina Ortiz, quien se dice fue determinante para que renunciara a la Presidencia, por su insistente solicitud para hacerlo tanto por el atentado que sufrió el mismo día que tomó posesión, como por la intervención de Calles en todas sus decisiones oficiales.
A su renuncia entró como presidente substituto Abelardo Rodríguez Luján, a quien se le conoce como Abelardo L. Rodríguez, ocupó esa responsabilidad del 4 de septiembre de 1932 al 30 de noviembre de 1934. Fue, junto con Calles y Obregón, el tercer presidente sonorense. Su esposa fue la señora Aída Sullivan.
El siguiente presidente fue Lázaro Cárdenas del Río. Su esposa Amalia Alejandra Solórzano Bravo. Cuando era novia del general Cárdenas, se veían en un jardín que se llamaba Los Pinos. Nombre que se le dio a la muy digna y útil residencia presidencial, hasta que el actual Presidente decidió darle otro uso y vivir en Palacio Nacional. La próxima semana tendremos a las damas que falta mencionar.