Es realmente lamentable que a pesar de que ya no está, siga estando en Palacio Nacional, en Palenque, en Secretarias de Estado y en algunos gobiernos estatales. No es esto una apreciación personal equivocada, tristemente es una consideración seriamente fundada.

Falso que haya entregado el bastón de mando, entregó el bastón del mandato, lo que implica, atendiendo a lo que legal y gramaticalmente se entiende por mandato, dio el encargo de realizar determinadas conductas bajo las directrices que él señale, ordene y si la Presidenta lo sigue tolerando, siga indicando.

Nadie, en su sano juicio, puede negar el talento y capacidad política que le asisten a López Obrador. El talento y la capacidad pueden ser para bien o para mal, en este caso son para seguir lastimando la institucionalidad y haciéndole el mal a nuestro gran país.

Refiriéndome a las relaciones que se han presentado entre los presidentes salientes y los entrantes, recuerdo el encuentro que se dio entre López Portillo como Presidente Electo y Díaz Ordaz como expresidente.

Con el propósito de saludarlo y en un acto de urbanidad política, fue Don José a la casa de Don Gustavo. Después de los saludos iniciales, el expresidente le preguntó a quién había pensado nombrar como sus colaboradores. López Portillo le dijo que en Gobernación a Muñoz Ledo, en el Departamento del D.F., a Cervantes del Río. Díaz Ordaz lo interrumpió y le dijo: “Abogado, está usted nombrando a gente de Echeverría”.

“Sí, Presidente -le dijo-, él me lo pidió y es como mi hermano”. Diaz Ordaz expresó: “sé que usted no tiene hermanos, yo sí los tengo, y si alguno de mis hermanos me hubiera pedido nombrar a alguien que no fuera de mi confianza, no lo nombraría, porque el que iba a pasar a la historia, era yo, y no mi hermano”. Esa entrevista fue determinante para los nombramientos que hizo, entre otros, incluso de personas que no eran de la simpatía de Echeverría como Carlos Hank, Reyes Heroles, Martínez Manautou. La historia en ocasiones concede útiles enseñanzas.

Son diferentes y variados los encargos que le llegaron a la Presidenta del pasado, como dijera Reyes Heroles, “de los emisarios del pasado”.

Entre algunas más, de las decisiones mandadas desde Chiapas, menciono, de las más recientes, el nombramiento del Dr. López Gatell Ramírez ante la Organización Mundial de la Salud. Nombramiento que ha merecido el rechazo y la crítica generalizada por el pésimo papel que tuvo para atender la epidemia del Covid 19.

Otra acción que merece reprobación, fue llegada de un avión para Mexicana de Aviación, de un conjunto de veinte naves que se compraron, con una erogación millonaria, no obstante que esa compañía aérea, con la que se pretende, inútilmente y a mi juicio sin razón, competir con compañías particulares; desde que está operando, acumula 120 millones de pérdidas.

Otra de esas inquietudes del anterior Presidente está la que varias veces aquí he mencionado, la mentada “reforma judicial” en la que participó un bajísimo porcentaje de votantes, y a pesar de eso no deja de decirse que es una realización democrática. Podríamos continuar con el legado funesto del pasado, pero el espacio se acaba. Termino con una respetuosa recomendación a la señora Presidenta: ignore a quien la hizo, y use su patriotismo e inteligencia, que sí es mucha, no como le dijeron en su cumpleaños, para gobernarnos.

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM

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