Traicionar, según nuestro idioma, es actuar sin lealtad, fidelidad o con ruptura de la confianza depositada. Esos significados entre otros son los que se consignan como definiciones del vocablo.
Probablemente sean más, pero sólo señalo que han sido cuatro muy claras las traiciones sufridas por nuestra suave Patria. La primera, cuando recibió a los conquistadores encabezados por Cortés, y al poco tiempo de haberles brindado su hospitalidad generosa, nuestros ancestros fueron sojuzgados, y no se piense que estoy justificando la irrisoria idea tan repetida de solicitar nos pida perdón el actual gobierno español, lo que más que absurdo, es ridículo.
La segunda con el carismático también López, pero este de Santa Anna, quien gobernó de manera arbitraria, cercenó el territorio e impuso sus ideas sin tener mayor freno que su propia voluntad y sus delirantes ideas.
La tercera, paradójicamente con un hombre de marcados contrastes. Su obra material y desarrollo económico no se pueden discutir, pero sí en cambio las traiciones al pueblo que le siguió primero en La Noria y después en Tuxtepec, creyendo en sus ideas democráticas y después vilmente lo engañó, Porfirio Díaz Mori. En ambos movimientos proclamaba la “no reelección”.
La cuarta, la estamos viviendo. El gran país que es México la está sufriendo. Comenzó con López Obrador, quien se presentó como un transformador, con la pretensión de servir en la democracia y gobernar con libertad, y desempeñar su trabajo en bien de los más con respeto a la democracia y reconocimiento a todo lo avanzado en la evolución política nacional. Pero no, traicionó, y lo que es más grave, dejó en la Presidencia de la República a quien no obstante ser una patriota de talento, así lo creo, está gobernando, siguiendo las directrices y órdenes que le manda.
Entre otras traiciones podemos mencionar las reformas con las que se acabó con la existencia del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai); el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval); otros más y de manera relevante la pésimamente llamada reforma judicial, que es un verdadero crimen a la interpretación y aplicación imparcial del Derecho.
Reforma que vino a terminar con la división de poderes en una amañada, sucia y votación minoritaria que los voceros oficiales tienen el cinismo de llamarla inédita, única y ejemplar, cuando es atentatoria a la larga lucha de México para ser país de instituciones.
Además, gracias a este gobierno se entregó al país al crimen organizado, apoderado de la sociedad por sus acciones u omisiones ambas igualmente censurables perversas o simplemente cómplices. Y la que se viene, la llamada reforma electoral. Antesala o culminación de la dictadura de Morena. Los legisladores tendrán la palabra para salvarnos o seguirnos hundiendo.
Nunca he tenido la oportunidad siquiera de saludarla, pero hay un vigoroso común denominador que nos une, somos universitarios, y eso me lleva a asegurar que no puede comulgar con las ideas que le impone López. Ya basta Presidenta, gobierne usted. Es usted, así lo imagino, así nos conviene pensarlo, una patriota. Pase a la historia no sólo como la primera mujer en ocupar esa elevada responsabilidad, sino como la mexicana que tuvo el valor de sacudirse a todos aquellos que impuestos por su antecesor, están consolidando esta cuarta traición. Hágalo señora, le aseguro que nos sentiremos orgullosos de usted, y la historia esbozará una sonrisa.
Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM