La palabra aberración viene del latín de la voz aberratio que significa desvío, distracción. El diccionario de la lengua entiende por ese vocablo error, equivocación, disparate, despropósito, dislate, desatino.
Que grave es que nuestro Presidente caiga en esos calificativos con sus declaraciones y actuaciones que venimos mirando desde que inició su administración, pero más todavía cuando se refiere a hechos trascendentes para la vida del país.
He de referirme a sus recientes declaraciones en torno a la reforma judicial, a propósito de su afirmación de que considera que para ocupar cargos jurisdiccionales no se requiere de experiencia, y que considera fue una equivocación haber mencionado una antigüedad de cinco años de experiencia profesional, porque dijo que los egresados de las escuelas de Derecho pueden ocupar esos cargos por el entusiasmo que tienen de aplicar la ley.
Es inaudita esa afirmación, aun cuando sean estudiantes que como él hayan cursado la carrera en más de diez años, la experiencia es esencial para poder aplicar las leyes y buscar la materialización de la Justicia.
Ha dicho también, que la elección popular es el mejor camino, afirmando que el pueblo de esa manera intervendrá para escoger a quienes serán sus jueces. Me pregunto si realmente lo piensa y cree en esa idea, que por cierto, lo que es más grave, la doctora Sheinbaum ha expresado también la conveniencia de que sean electos los jueces.
Son ideas demoledoras para la administración de la Justicia. Confío y deseo vehementemente, por el bien de México, que cuando sea Presidenta Constitucional, como lo hizo Cárdenas con Calles, adopte la postura vigorosa que la aleje de esas destructivas ideas.
Asimismo, qué equivocado está cuando generaliza sus críticas en contra del Poder Judicial, y ha cambiado el concepto de división de poderes por confrontación de poderes.
Hablando de Alito, el que tiene el honor de ser dirigente del que alguna vez fuera el más importante partido nacional, después de haber sufrido la mayor derrota que jamás habíamos visto, el pasado 2 de junio, ahora logra modificar los estatutos con el ánimo de poderse reelegir, y lo que es todavía más aterrador, es que más de tres mil delegados apoyaran esa siniestra aberración.
Pero su conducta torcida no queda solo en eso, sino que se atreve a amenazar con expulsar a aquellos compañeros priistas, y les llamo así porque milito en ese partido desde antes que naciera el señor Alito, que han expresado sus opiniones en torno a su pésima conducta y a su corrupción que no puede ocultarse después de conocer, como lo vimos todos, su residencia en Campeche.
Sin embargo, su disciplinada y servil conducta con este gobierno, le han permitido disfrutar la impunidad.
Y con esa postura irresponsable e inmadura de pretender culpar a otros de sus enormes yerros, ataca a priistas con hechos que extrae del pasado en forma tendenciosa y sin fundamento.
Temeraria y torpemente, refiere el homicidio del candidato Colosio y declara que en las carpetas integradas en las investigaciones de ese ilícito, aparece el nombre de un hombre que también fue dirigente del partido, pero que en nada puede con él compararse, Manlio Fabio Beltrones. Por supuesto que debe estar su nombre, como el de muchos cientos de ciudadanos que comparecieron en esa investigación.
También cita a Francisco Labastida, y sin saber ni de qué habla, refiere el caso del Pemexgate, que finalmente nada de corrupción pudo probarse.
Aguardemos con optimismo que esa asamblea que cambió estatutos para que se reeligiera el campechano sea anulada, y que el primero de octubre vuelva a salir un sol brillante en Palacio Nacional.