En el contexto de inseguridad y falta de estado de derecho que ha ido creciendo de manera constante en nuestro país, afectando cada vez más a territorios y comunidades, esta vez el municipio de Tila, en Chiapas, se ha vuelto un nuevo foco de atención.
Desde hace una semana, las casas, comercios y calles lucen vacías en este poblado. Se habla de un pueblo fantasma. La Fiscalía de Chiapas cuenta más de 4 mil personas “rescatadas”, mientras otras fuentes señalan que se trata de más de 12 mil desplazados por la violencia y las amenazas, si se consideran Cantioc, Chicomuselo y otras localidades aledañas. Los pobladores aseguran que al menos el 70% de los habitantes de Tila se fue por miedo a las represalias; la mayoría de ellos se encuentra en albergues temporales instalados por la Secretaría de Protección Civil del estado, en el ejido vecino de Petalcingo y en el Municipio de Yajalón.
Circulan imágenes y videos en los que se puede ver un pueblo despoblado, con algunos animales abandonados y adultos resignados a quedarse por no tener a dónde ir. Pero, aunque sigan en Tila, ya no es el lugar que solía ser. Los negocios han cerrado, numerosas viviendas, comercios y automóviles han sido quemados. Sobre todo, se ha quebrantado la paz, la vida comunitaria ha desaparecido y las familias no tienen planes de regresar mientras no exista una garantía de seguridad para ellos.
La violencia que ha llevado a este desplazamiento forzado y masivo, parece tener su origen remoto en un conflicto agrario de más de una década. Sin embargo, la pugna entre los grupos rivales “Karma” y “Autónomos”, donde este último se encuentra fuertemente armado, ha reclutado a la fuerza a jóvenes, amenazando con sumar a más a sus filas, donde ha habido ejecuciones, cobros de piso y amenazas, parecen indicar que se trata más bien de otro municipio azotado por el crimen organizado. Hay habitantes que aseguran que detrás de la violencia están los cárteles de Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa, cuya presencia ha sido comprobada en municipios de Chiapas. Otros señalan al expárroco Heriberto Cruz Vera y al presidente municipal Limberg Gutiérrez como responsables.
El presidente Andrés Manuel López Obrador minimizó lo sucedido, reconociendo como logros del gobierno haber “protegido” a las familias que se encontraban sitiadas desde hace días y pudieron abandonar el municipio. Se jactó de que no se trataba de violencia de Estado, sino de un enfrentamiento entre el mismo pueblo. Primero que nada, se le olvida al presidente que las obligaciones del Estado mexicano no terminan en el respeto a los derechos humanos, sino en la protección, garantía y promoción de estos. Segundo, su discurso está más enfocado en sí mismo y su interés por deslindar al gobierno de su responsabilidad que en sensibilizarse con el sufrimiento de los ciudadanos y en buscar una solución a la crisis de violencia que vive el país. Si bien el despliegue de 500 elementos del Ejército, la Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad del estado ayudaron a la evacuación segura de los miles de habitantes desplazados, la ayuda llega tarde y sirve de poco.
La huida masiva de Tila, donde el 70% de la población habla chol, es un síntoma de la violencia que azota a nuestro país, uno que además de dislocar las vidas de hombres, mujeres y niños inocentes, atenta contra la paz de las comunidades, volviéndolas víctimas colectivas al afectar su identidad, cultura, tradiciones y modos de vida. Por desgracia, en nuestro país numerosas comunidades y personas se encuentran ante la disyuntiva de abandonarlo todo o resistir una realidad inhóspita en la que su seguridad, su libertad y su vida están en un riesgo latente.
Los habitantes de Tila padecen las consecuencias de la descomposición del estado, en una localidad en la que ni siquiera hubo condiciones para instalar casillas en las pasadas elecciones; en un estado en el que, de acuerdo con el último ENSU, 74% de las personas dijeron sentirse inseguras en Tuxtla y 86.5% en Tapachula. ¿Qué va a pasar en este municipio, donde el abandono del estado y la falta de estado de derecho llevó a la comunidad a huir en masa y donde hasta las puertas de la iglesia del Cristo más venerado de Chiapas, han cerrado?