El 2025 ha comenzado con dos actos violentos que vulneraron la seguridad de Estados Unidos, a tan solo dos semanas de que Donald Trump asuma su nuevo mandato. En Nueva Orleans, un hombre embistió con una camioneta a una multitud en la calle Bourbon y luego disparó contra agentes de policía, dejando al menos 14 muertos y 35 heridos. Horas más tarde, en Las Vegas, una explosión de un Tesla Cybertruck frente al Trump International Hotel dejó siete heridos. Estos eventos reavivan el debate sobre el terrorismo, los “lobos solitarios” y la capacidad del Estado para prevenir y responder a amenazas de esta índole.
Lo sucedido representa un desafío y la apertura de un nuevo frente para el gobierno entrante de Trump, quien ha centrado el discurso de la seguridad nacional en los supuestos riesgos de la migración y, en últimas fechas, de los grupos del crimen organizado mexicanos. Tan evidente es su capacidad de capitalizar políticamente incluso la peor tragedia y de distorsionar la realidad frente a los hechos objetivos, que una de sus primeras reacciones tras los ataques del 1 de enero, fue culpar a los migrantes y a la política de frontera abierta de Biden de lo ocurrido, en línea con su discurso de un enemigo externo. Las incipientes investigaciones, no obstante, han confirmado que ambos atacantes eran ciudadanos estadounidenses, y miembros de las fuerzas armadas de ese país, lo que revela la dimensión de las amenazas internas que enfrenta el país.
En el caso del incidente en Nuevo Orleans, el atacante, Shamsud-Din Bahar J., publicó varios videos en redes sociales un día antes de los hechos, en los que afirmaba haberse unido a ISIS y explicaba que su intención inicial era atacar a su familia y amigos, pero que decidió actuar en público para llamar la atención sobre lo que describió como una "guerra entre creyentes y no creyentes". En el vehículo que conducía se encontraron armas, explosivos y la bandera de ISIS cuya inscripción reza “no hay más Dios que Alá”. Si bien hasta el momento no hay evidencia suficiente que apunte a una participación del Estado Islámico mediante la planeación, instrucción, operación, o financiamiento, se puede inferir al menos que el acto fue inspirado por ISIS.
Cabe preguntarse si la radicalización del perpetrador responde a motivaciones religiosas, si es fruto de una vocación, o si es manifestación de un malestar social. Expertos sugieren que el atacante puede ser parte de los conocidos lobos solitarios, atacantes que operan de forma independiente, pero que están influenciados por propaganda extremista.
La mayoría de los ataques terroristas en EU han sido llevados a cabo por individuos sin vínculos formales con organizaciones terroristas. Según el Índice Global del Terrorismo, de los 113 ataques registrados entre 2007 y 2023, solo 15 tuvieron conexión directa con grupos terroristas.
En el caso de Las Vegas, según apuntó el sheriff del departamento de policía metropolitana de Las Vegas, Matthew Livelsberger se habría suicidado con un disparo adentro de una camioneta alquilada que hizo explotar con latas de combustible y fuegos artificiales.
Aunque no se ha establecido una conexión entre ambos hechos, sucedieron con horas de diferencia, ambos atacantes habían servido anteriormente en la misma base militar y utilizaron explosivos y vehículos alquilados a través de la misma aplicación.
Las investigaciones siguen en curso y seguramente habrá pronunciamientos sobre la categoría de ambos hechos. Bruce Hoffman, destacado experto en la materia, señala que el terrorismo se caracteriza por motivaciones políticas, violencia destinada a generar un impacto psicológico que trasciende a las víctimas directas, y su ejecución por organizaciones o entidades no estatales. La falta de consenso sobre la definición de terrorismo permite que el término sea empleado políticamente para justificar agendas, no obstante, al margen de ello, lo cierto es que estos actos consiguen alterar la vida cotidiana y la estabilidad dentro de las fronteras estadounidenses.
@EuniceRendon