Desde que ganó las elecciones, medios internacionales pusieron atención a la nueva presidenta de México. Se preguntaban quién era esta mujer, judía, científica y de izquierda que había ganado las elecciones en un país católico, machista y habitualmente gobernado por el centro o la derecha; el perfil en sí mismo generó interés. A nivel interno la curiosidad fue menor, llegó al poder como la opción oficialista de un gobierno saliente con bases populares sólidas y altos índices de aprobación. Pero a casi 6 meses del inicio de su gobierno, Claudia Sheinbaum ha logrado un nivel de popularidad sin precedentes, sabiendo aprovechar la difícil coyuntura regional y mundial, y volviéndose un referente para las izquierdas latinoamericanas y del mundo. Quizás sus logros más tangibles han sido, habiéndose rodeado de perfiles más técnicos, haber reconstruido la colaboración en materia de seguridad con Estados Unidos y salir avante en las negociaciones en materia económica y comercial, a pesar de las fuertes presiones de nuestro vecino del norte.

La postura firme y equilibrada de la Presidenta, quien no cae en provocaciones, ha servido para plantarse frente al mandatario estadounidense y negociar desde el respeto mutuo y la búsqueda de intereses comunes. Trump en más de alguna ocasión la ha elogiado, reconociendo que es dura a la hora de negociar, diciendo que es una mujer maravillosa o que tienen muy buena relación. Lo que podría ser menos relevante en otros contextos, cobra importancia cuando se trata de un presidente para quien el respeto juega un rol fundamental en su manera de hacer política. Sheinbaum se ha ganado el respeto de Trump desde la defensa de sus principios y sin necesidad de arrastrarse, como Milei.

Esta semana los directores del FBI y de la CIA subrayaron en comparecencia ante la Cámara de Representantes de Estados Unidos la importancia de la cooperación con el gobierno actual de México en la lucha contra los cárteles y el tráfico de fentanilo, y revelaron reuniones con el secretario Harfuch destacando sus resultados inmediatos. Habrá que esperar al desenlace de la reunión del día de hoy con la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, con quien seguramente tratará temas de seguridad y migración (esperemos que no venga a presionar con que México reciba a los más de 500 mil cubanos, venezolanos, haitianos y nicaragüenses que perdieron el TPS y no pueden regresar a sus países de origen).

El reto de la Presidenta mexicana es mayúsculo. Recibió un país sumido en una crisis de inseguridad, extorsiones, homicidios y desapariciones. Debe lidiar con un congreso morenista que, aún siendo de su partido, le genera conflictos innecesarios de manera constante, y además con un vecino impredecible que amenaza constantemente con desestabilizar el frágil equilibrio que nos sostiene. Más allá de los halagos y la popularidad, enfrenta el reto mayúsculo de contener y reducir la violencia en nuestro país. Para lograrlo, será clave seguir fortaleciendo a la Secretaría de Seguridad y Participación Ciudadana, las estrategias y el equipo del secretario Harfuch, recuperando poco a poco el control civil de la seguridad, reto que no es menor. Asimismo, si mantiene la colaboración y sortea los embates esporádicos de Trump, podría cosechar frutos en esta compleja bilateralidad.

Más allá de los halagos y la popularidad, tiene una tarea titánica y nada fácil que consiste en acabar con la violencia desbordada que ha puesto en riesgo las bases mismas del Estado mexicano. Si sigue por el camino de la colaboración y logra contener los embates esporádicos de Trump, quizás obtenga buenos frutos de esta bilateralidad coaccionada.

Bukele, convencido de sí mismo y perdido en la autocomplacencia después de realizar varias consultas a Grok —inteligencia artificial de la red X— que resaltaban sus logros, preguntó quién era el presidente más popular del mundo, a lo que el chatbot respondió: “Sheinbaum”. La controvertida estrategia de seguridad del mandatario salvadoreño destaca tanto por las violaciones a los derechos humanos como por su eficacia en la reducción de la violencia y la inseguridad. Más allá de lo chusco del asunto, la IA caracterizada por responder sin restricciones da luz sobre un hecho que no hay que perder de vista: el mundo todavía prefiere Sheinbaums antes que Bukeles, aún hay lugar para el humanismo por sobre las detenciones arbitrarias, la tortura y los malos tratos. La paz social debe considerar a todos los miembros de la sociedad, no puede fingirse desde la exclusión arbitraria de ciertos sectores que han sido abandonados por un sistema socioeconómico que margina y castiga.

@EuniceRendon

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