Cuando se habla del sistema penitenciario, la conversación pública tiende a desplazarse entre dos polos: quienes celebran el castigo y aprueban la violencia, el hacinamiento y las privaciones como parte de la pena; y quienes, desde la empatía, reconocen el encierro como una experiencia marcada por la falta de derechos básicos, ansiedad y aislamiento.

Lo que rara vez se analiza es el papel que cumple el personal penitenciario, sin el cual el sistema no funcionaría. Aunque no están legalmente privados de libertad, viven alejados de sus familias y de la sociedad, se acostumbran a estar incomunicados, pasan la mayor parte de su vida encerrados, sujetos a condiciones similares a las de quienes purgan una pena. Habitan una infraestructura precaria, tienen bajos salarios, trabajan en un ambiente hostil, en estado de alerta constante y con temor a motines o represalias, con rutinas extenuantes, y una frontera poco clara entre autoridad, vigilancia y contención. Incluso pasan las navidades y fiestas ahí, pues es cuando más internos se deprimen y ocurren los suicidios. Todo esto genera un desgaste emocional y de la vida personal de estos trabajadores que no vemos.

Según el Censo Nacional de Sistema Penitenciario Federal 2024 del Inegi, actualmente trabajan en el sistema federal alrededor de 7,500 funcionarios, a quienes se suman más de 48,000 en sistemas estatales. De ellos, el 58% se enfrenta a condiciones laborales consideradas de riesgo alto o muy alto, mientras que el 72% reporta no contar con suficiente equipo de protección personal. Además, uno de cada tres funcionarios señala no recibir capacitación continua, situación que limita su preparación y aumenta su vulnerabilidad.

Paradójicamente, es común que los funcionarios permanezcan en el sistema penitenciario por gran parte de sus vidas. Se requiere vocación de servicio: se trata de trabajadores sociales, psicólogos, médicos, criminólogos, elementos de seguridad y custodia, y directivos que estando adentro conocen historias de vida y ven la oportunidad de generar un cambio. Héctor Grijalva señala que se quedan los que sienten satisfacción al ayudar, porque adentro hay muchas necesidades. Asegura que la única manera de lograr cambios positivos es con voluntad política de alto nivel.

Polo Armenta señala que tanto las autoridades como la sociedad han olvidado al personal penitenciario, solo piensan en las Persona Privadas de su Libertad (PPL) ya sea para su protección o para su castigo. “En medio de esa línea de fuego están los técnicos, custodios y personal penitenciario… Nadie ve a los custodios pegados 24 o 48 horas a una torre, una cámara o a una celda, a los médicos que atienden a 2 mil pacientes, profesores con 200 alumnos o psicólogos y trabajadores sociales saturados de trabajo con una población compleja”.

Zein Jerónimo tiene más de 19 años trabajando en el sistema penitenciario nacional. Se hizo abogado porque no tenía la estatura para ser policía de caminos. Entre risas, recuerda: “Cuando era joven, mi mamá me dijo: ‘Estudia, para que no termines en la cárcel’. Y mira dónde estoy …”. Fue asignado por 4 años a las Islas Marías, donde solo podía salir 15 días cada 6 meses y el resto del tiempo estaba encerrado en la isla. Cuenta que allí conoció la solidaridad, la mayor parte de sus interacciones fueron con los internos que ayudaban con la “Melga”, como llamaban al trabajo penitenciario. Después estuvo en la CDMX, Sinaloa, Tabasco, Chihuahua, Edomex, Tamaulipas y actualmente en Chiapas. Fue creciendo poco a poco y se enfrentó a distintos retos según la región y los tipos de delincuentes que albergaban los centros penitenciarios.

Urge un sistema profesional de carrera que garantice la posibilidad de un crecimiento en el sector, que evalúe y reconozca el trabajo y trayectoria de quienes dan su vida en esta labor. Asimismo, sueldos competitivos para evitar corrupción e incidencias. Es justo en los estados que han cuidado estas mejoras los que suelen estar mejor calificados por la CNDH como Querétaro, Guanajuato y Nuevo León entre otros. Así como hay sistemas que avanzan, hay otros donde lamentablemente han entrado responsables que no saben del tema o que buscan hacer negocio, destruyendo en poco tiempo lo que se avanzó con muchos años de esfuerzo.

@EuniceRendon

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