La última semana diversos sucesos han puesto nuevamente el tema migratorio en la agenda mediática. Mientras que en mayo-junio hubo una baja de casi el 50% de los flujos migratorios debido a las amenazas y el despliegue de seguridad fronterizo puesto en marcha por el fin del Título 42, a partir de julio las llegadas de migrantes han aumentado sensiblemente, incluyendo nuevas rutas. Como respuesta, Ferromex anunció la suspensión de las operaciones de 60 trenes de carga, presuntamente con la intención de salvaguardar la vida de los migrantes y evitar que corran riesgos. A esto, se suma el subsecuente comunicado de las autoridades migratorias proponiendo acciones conjuntas para controlar el incremento de los flujos migratorios. Varios puntos que subrayar al respecto: por un lado, los trenes han sido utilizados por los migrantes desde hace mucho tiempo y es hasta ahora que la empresa manifiesta preocupación y suspensión. Por el otro, suspender los trenes y contribuir a la detención de migrantes y su regreso al sur del país no resuelve el problema de fondo. La decisión genera preocupación entre los migrantes. Roberto, de Venezuela, comentó: “nos preocupa que frenen los trenes, ya que en este transporte evitamos cobros indebidos de funcionarios y extorsiones de grupos criminales en el camino”.
También, hace algunos días cerca de dos mil migrantes irrumpieron en las oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), ubicadas en Tapachula. Este evento evidencia la desesperación que muchos migrantes experimentan al quedarse varados en el sur del país, a causa de la tardanza que existe en los procesos de solicitud de refugio en nuestro país. Trámites que deberían tardar máximo tres meses, se extienden hasta más de un año. La angustia se agudiza en aquellos que viajan en núcleo familiar, otra de las características de los flujos migratorios que han ido en aumento en los últimos años. La Comar esta desbordada a pesar del apoyo que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados le brinda. Tan solo en lo que va de 2023, se han registrado más de 90 mil solicitudes de refugio; de continuar esta tendencia, en 2023 se superará el récord histórico, con cerca de 140 mil peticiones. A pesar de esta realidad, seguimos sin que los legisladores destinen un mayor presupuesto al fortalecimiento de la política de refugio en nuestro país. La diputada Rosa M. González Azcárraga, quien encabeza la Comisión de Migración en la Cámara de Diputados, parece estar más concentrada en su campaña personal que en los migrantes y sus necesidades. También, para evitar aglomeraciones como las que se han dado en últimas fechas, hacen falta más oficinas de la Comar en diferentes ciudades del país. Muchos migrantes se ven obligados a dar seguimiento a sus trámites en estados y regiones alejados de los lugares en los que cuentan con familiares o redes de apoyo. Una colaboración más estrecha y coordinada con el Instiututo Nacional de Migración sin lugar a duda resultaría deseable y podría ser útil para la despresurización de casos. Muchos de los solicitantes no quieren quedarse en México, solo se registran para poder transitar con mayor seguridad por el país.
Finalmente, la oleada de cerca de 4 mil migrantes que cruzaron en el punto fronterizo de Eagle Pass y el anuncio de la llegada de entre 4 mil y 8 mil personas más en los próximos días, derivaron en una declaratoria de emergencia y el cierre del puente de las Américas, lo que, entre otras cosas, es una alerta para otros puntos fronterizos.
Resulta preocupante el uso político de los migrantes que desde hace un tiempo vienen haciendo varios gobernantes y contendientes del partido republicano. México, presionado por las autoridades estadounidenses, sigue permitiendo que deporten a personas de otros países al nuestro y cuenta con más de 34 mil efectivos de seguridad dedicados al tema migratorio. Seguimos priorizando la política de securitización sin que hasta ahora haya logrado disminuir el fenómeno, porque los factores de empuje siguen presentes y en aumento en los países de origen.
Ante este panorama, más vale repensar las acciones y la colaboración con el vecino país del norte, para evitar ser el muro de contención migrante sin nada más que ofrecer. El nearshoring y la necesidad de mano de obra del sector empresarial, tanto en Estados Unidos como en México, debería contribuir a generar modelos más empáticos, seguros, ordenados y productivos que permitan conectar la oferta con la demanda, con menos riesgos de por medio para las personas y en beneficio de todos. De otra forma, la situación actual seguirá empeorando.
@EuniceRendon