Tengo 58 años de edad y, al menos, he visto boxeo de manera regular desde los seis. Nunca había visto algo tan grotesco y deshonesto como lo sucedido en el encuentro entre Gervonta Davis y Lamont Roach.

Steve Willis, el tercero en la superficie, era el encargado de que se cumpliera el reglamento en el combate de campeonato mundial en los ligeros, pero —al parecer— su encomienda era romper varias reglas muy antiguas en el boxeo.

1.— Guante o rodilla en la lona, igual a caída.

2.— Dar la espalda es renunciar a seguir peleando.

3.— Es prohibido, y a la vez peligroso, para el rival enfrentar a un peleador con trenzas.

4.— Otra de las máximas es que en el boxeo no hay tiempo fuera y el único que puede detener la pelea es el réferi.

5.— Vale la pena acotar que, si el réferi no efectúa el conteo marcando caída oficial, los jueces no pueden descontarla en sus tarjetas, por lo cual el noveno episodio nunca se sumó 10-8 en favor de Roach.

Es por eso que:

—Nunca debieron permitir a Gervonta pelear con ese peinado, que puede lastimar al rival.

—Davis pone la rodilla en la lona; eso es una caída, pues el réferi no sabe si fue por golpe, lesión, abandono, etcétera. Recordemos 2001, cuando a Floyd Mayweather, Dale Grablee le contó una caída ante Carlos Famoso Hernández, debido a que tocó la lona con el guante y se detuvo por supuesta lesión.

—Dar la espalda deliberadamente significa abandono, el mensaje corporal es “ya no más”. ¿Recuerdan Leonard vs Durán II? Y no podemos negar que Davis dio la espalda deliberadamente para ir a que le secaran la cara. ¡Increíble!

Ahora bien, hablemos de lo inepto que lució Willis, un hombre que se viene desempeñando como réferi desde 2003, con cerca de 300 peleas profesionales sancionadas. Definitivamente, no es un novato. ¿Qué le pasó? No lo sé, pero crea suspicacias su desastroso desempeño, literalmente nefasto.

Otro de los factores que causan repugnancia es la falta de autoridad de la AMB, que solapa la grotesca noche y voltea hacia otro lado. Gilberto Mendoza desaprovechó la oportunidad de su vida al haber podido hacer las cosas de buena manera, pero el presidente del organismo se limitó a salir en la foto, muy sonriente, a sabiendas de la injusticia con Roach.

El afectado fue Lamont, quien ejecutó el plan perfecto. Lo mataron las malas decisiones y le arrebataron de fea manera la posibilidad de coronarse en una segunda división, pero el más afectado fue el boxeo, un boxeo rancio y obsoleto, que se niega a evolucionar. Esta caída que no se marcó, es una caída para el deporte de los puños, pues pierde absoluta credibilidad.

Los organismos tienen que preocuparse más por innovar, porque hay caídas de las que ya no te levantas y acabamos de vivir una de enormes magnitudes para el boxeo.

@ErnestoAmado

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