Si damos por correcta la definición de la Unesco, según la cual la cultura es el “Conjunto de los rasgos distintivos, espirituales, materiales y afectivos que caracterizan una sociedad o grupo social”; y, “La cultura engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, creencias y tradiciones”, estaremos de acuerdo en que la cultura es el producto fundamental de una sociedad que se manifiesta con el florecimiento de la comunidad y el progreso de las personas.
No sólo se trata, como suele circunscribírsele incorrectamente, al conocimiento de célebres monumentos históricos, museos y formas de arte; la cultura es el quehacer diario que emerge del corazón de los habitantes de un espacio común que se traduce, con el tiempo, en el enriquecimiento de la vida de innumerables maneras, favoreciendo la construcción de comunidades resistentes, inclusivas y también innovadoras.
En lo que toca a la enorme comunidad que representa la Ciudad de México y su espacio conurbado, me resulta interesante reproducir lo que dijo la semana pasada Clara Brugada, candidata por nuestro partido Morena a la jefatura de gobierno de la CDMX en la presentación de su propuesta “Ciudad Cultural, Creadora y Artística”: nuestra Ciudad es un “espacio civilizatorio. Porque la ciudad desde sus orígenes más antiguos, es la búsqueda de comunidad, pertenencia, y cuidado”.
Construir, como dice ella, una ciudad con derechos culturales, donde el acceso a la cultura no sea un privilegio sino parte esencial de los derechos humanos, tiene como fin primordial alcanzar la dignidad de las personas mediante la promoción, protección y respeto de los mismos. Debe ser un espacio permanente de encuentro, diálogo y libertad.
Los veinte puntos que presentó en relación a este concepto, resultado del trabajo de su consejo asesor donde la sociedad está involucrada y obviamente, a su sensibilidad y su conocimiento de la ciudad, contemplan tres ejes de ejecución: Ciudad Espacio de Creación y Expresión Artística; Ciudad con Espacio Público para la Cultura y el Turismo, y Ciudad con Memoria Histórica y Patrimonio Cultural.
Están diseñados para convertirse en garantía de los derechos culturales de las ciudadanas y los ciudadanos y en un atractivo espacio para empresas culturales, turísticas y de servicios en general.
La propuesta “Ciudad Cultural, Creadora y Artística”, tiene como fin aprovechar la gigantesca herencia cultural, urbana, artística y gastronómica de la CDMX y su brillante presente, para aportar al espacio común, empleos, la creación de zonas para actividades múltiples que promuevan a nuevos creadores, el solaz de parejas y familias y la gran oferta turística para visitantes externos; todo, con el objetivo de fortalecer el tejido social, la economía y la unión de las personas propiciando la construcción de comunidades.
La riqueza de la ciudad reside en su diversidad; es en sí misma una contradicción constante, una disputa permanente por el espacio y sus usos; pero sus calles, sus plazas y parques nos igualan como ciudadanos. La propuesta de Clara Brugada plantea el diálogo para derribar muros invisibles que separan y segregan.