Cada vez que México enfrenta un fenómeno natural o un accidente imprevisible, la oposición convierte la tragedia en espectáculo. Esperan el momento exacto en que la nación está de luto para lanzarse sobre la desgracia y convertirla en discurso, en video, en mentira política.
Hoy, la oposición mexicana carece de principios, de visión, de propósito histórico. Son herederos de una política que entendía el poder como botín y la tragedia como oportunidad mediática; hablan de solidaridad, pero callaron cuando se desviaban los recursos del Fonden para enriquecimientos personales o de grupo, mientras miles de familias lo perdían todo.
Y no sólo es la oposición partidista quien hoy intenta lavar su imagen, también la llamada “comentocracia” que se alimenta del mismo oportunismo. Toda esa oposición, política y mediática, ha hecho de la crítica hueca su refugio. Sin propósitos constructivos o propuestas, posan ante cámaras y micrófonos para simular empatía y fingir una autoridad moral que hace tiempo han perdido.
Fueron ellos quienes construyeron un país desigual, vulnerable, endeudado; quienes abandonaron comunidades enteras, destruyeron la protección civil y privatizaron la ayuda social y hoy intentan vender compasión cuando no le interesa la verdad, sino la calumnia, el desprestigio y la mentira. Hay quienes incluso, como el director de Notimex con Carlos Salinas de Gortari, lo han dicho abiertamente: “la verdad ya es irrelevante”. Esa frase, los describe de cuerpo entero.
Pero, el pueblo mexicano no olvida. Las redes, los medios y la calle son testigos de su oportunismo y ruindad: siempre llegan tarde a la ayuda, pero temprano a la calumnia. Naufragan en su propia descomposición, porque perdieron las causas, los ideales y la vergüenza. Cuando se carece de principios, sólo quedan como propósitos la mentira, el disimulo, la hipocresía y la traición para avanzar en el quehacer político y el enriquecimiento personal y familiar. Y este país lo que necesita son manos solidarias que ayuden a construir.
Frente a la mezquindad exhibida desde hace tiempo, por hombres y mujeres sin integridad, la Cuarta Transformación demuestra que la política es servicio, no espectáculo; humanismo, no odio ni mentiras.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo encabeza un gobierno que no se esconde ante la tragedia, sino que actúa con organización, empatía y presencia institucional hasta el límite de los recursos disponibles. El gobierno está en el territorio, acompañando, levantando, limpiando, escuchando: ¡nuestro mayor reconocimiento a todas y todos los servidores públicos que están poniendo todo su profesionalismo, esfuerzo y amor al pueblo de México! También al pueblo solidario que está presente, acompañando con sus generosas donaciones para los que se quedaron sin nada.
Esa es la diferencia entre los que lucran con el dolor y quienes caminan con el pueblo. México está enfrentando enormes desafíos naturales y sociales con la convicción de una nueva ética pública: el poder es servicio, no privilegio.
En una democracia es importante contar con una oposición nacionalista y propositiva; y en estos tiempos, la solidaridad y la empatía deben prevalecer sobre ruines cálculos políticos.
Consejera jurídica de la Presidencia