La seguridad no puede decretarse; se construye todos los días. Se hace realidad con conocimiento, con método, con inteligencia y coordinación. En el centro de la Estrategia Nacional de Seguridad Pública se encuentra un eje que durante años fue malentendido, tergiversado, inclusive utilizado con dolo: la investigación y la inteligencia al servicio del Estado de Derecho.
En el marco del Aniversario de los 107 años de los Servicios de Inteligencia de nuestro país, acudimos en días pasados al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), cuya institución fue transformada con el fin de que la inteligencia no sea más una arma contra opositores, tal como se hizo en los sexenios priistas, sino que con total respeto a los derechos humanos sea ahora implementada para el combate efectivo de la delincuencia. Mi mayor reconocimiento a todas y todos los profesionales que trabajan en el CNI; su preparación, pericia y método científico aplicado son de gran importancia en la práctica de la estrategia de seguridad pública y nacional.
En nuestro contexto actual, hablar de inteligencia ya no es sinónimo de espionaje ni de prácticas ajenas a la ley, sino del uso de análisis estratégico, de información procesada con rigor técnico, de capacidades institucionales que permiten anticipar, desarticular y judicializar a quienes atentan contra la seguridad de la sociedad. La inteligencia que fortalece a un Estado democrático es aquella que respeta la ley, que se somete al control judicial y que tiene como único fin proteger a las personas y sus bienes.
Desde la Fiscalía General de la República, asumimos con claridad que no hay paz duradera sin investigación sólida del delito. La persecución penal no puede sustentarse en improvisaciones ni en respuestas reactivas; requiere comprender las dinámicas delictivas, sus redes financieras, sus estructuras territoriales y sus formas de operación. Solo así es posible combatir de raíz a la delincuencia organizada y reducir la violencia de manera sostenida.
La coordinación con el Gabinete de Seguridad es, en este sentido, una condición indispensable. Compartir información, cruzar bases de datos, construir inteligencia conjunta y respetar los ámbitos de competencia, fortalece al Estado en su conjunto. La Fiscalía no actúa sola ni aislada: forma parte de una estrategia nacional que entiende que la seguridad debe ser siempre una responsabilidad compartida.
La inteligencia, también es una poderosa herramienta para combatir la impunidad. Cuando las investigaciones se integran con estándares probatorios sólidos, se fortalece la judicialización de los casos y se garantiza que las decisiones de los tribunales se sustenten en pruebas legales y científicas. Esto no solo fortalece la procuración de justicia; también devuelve la confianza a la ciudadanía.
Construir la paz implica entender, investigar y actuar para desactivar las causas de la violencia, también garantizar que quien comete un delito ineludiblemente enfrente a la justicia. La inteligencia y la investigación son los puentes entre la prevención, la persecución penal y la paz social. Fortalecerlas requiere de una determinación estratégica originada en una convicción ética y profundamente humana del Derecho.
Fiscal general de la República

