El anuncio del fortalecimiento del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart), dado a conocer el 11 de abril pasado por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo durante la conferencia mañanera, representa un paso crucial en el reconocimiento de los artesanos mexicanos como pilares de la cultura nacional. En un contexto de incertidumbre global y crisis del modelo neoliberal, esta iniciativa no solo busca preservar técnicas y saberes ancestrales, sino también ofrecer una alternativa real de empleo para miles de familias de comunidades históricamente marginadas.
Durante décadas, las políticas económicas neoliberales privilegiaron la concentración de la riqueza y la desregulación de los mercados, dejando a sectores como el artesanal en el abandono. Los artesanos enfrentaron múltiples obstáculos: falta de acceso a créditos, competencia desleal de productos industriales, falta de acceso a canales de comercialización y la apropiación cultural de sus creaciones por parte de grandes empresas. Según datos del Inegi, antes de la Cuarta Transformación (4T), más del 60% de los artesanos vivían en pobreza, a pesar de generar una riqueza cultural invaluable.
Este rezago refleja la lógica de un sistema que prioriza la exportación de materias primas y la mano de obra barata al tiempo que fomenta la concentración de capital en muy pocas manos. En lugar de fortalecer cadenas productivas locales, causó la migración forzada, la pérdida de técnicas tradicionales y la precarización de quienes mantienen viva la identidad mexicana.
El relanzamiento del Fonart no es un acto aislado, sino una pieza importante del Plan México presentado el pasado 4 de abril por el gobierno federal y que es la estrategia económica para fomentar el desarrollo armónico del país enfrentando con ello la volatilidad internacional. Este Plan, basado en la autosuficiencia y el desarrollo interno, vincula el apoyo a los artesanos con tres ejes fundamentales: Acceso a mercados formales, Capacitación y financiamiento y la Protección legal.
En el Plan México, Fonart se convierte en un motor de economía social, generando empleos en regiones donde el neoliberalismo solo dejó migración y pobreza.
La decisión de priorizar a los artesanos refleja el espíritu de la 4T: Primero los pobres. No se trata solo de subsidios, sino de devolverles su lugar como agentes económicos dignos. Como señaló el presidente López Obrador: “Las artesanías son la expresión de la resistencia de México, y sus creadores merecen vivir de su trabajo con orgullo”.
Este enfoque que contrasta con el asistencialismo de gobiernos pasados, en lugar de limosnas y explotación, ofrece inclusión productiva; en lugar de “libre competencia”, construye redes de comercio justo. El fortalecimiento del Fonart es más que una política cultural, un acto de reparación histórica. Reivindica a quienes el neoliberalismo consideró “sobrantes” y demuestra que otra economía es posible, donde la identidad y la justicia social son tan importantes como el PIB.
En el México de la 4T, las manos que tejen, esculpen y pintan son finalmente reconocidas como fuerza transformadora. Su éxito será el de un país que decide valorar lo propio ante un mundo incierto.
Consejera jurídica de la Presidencia