Hoy es la víspera de una importante movilización ciudadana en defensa del INE y de nuestra democracia, no sólo en la Ciudad de México sino en otras más de 70 ciudades en el interior del país y en algunas ciudades de Estados Unidos. Nuestra democracia tiene raíces nacionales profundas reconocidas en México y en el extranjero. Baste recordar que quienes vinieron de otros países a observar las elecciones de 2018 y el sistema electoral mexicano, tuvieron opiniones altamente positivas de nuestra democracia, lo mismo por parte de observadores de países de América Latina, el Caribe, que de países europeos y asiáticos, de Canadá y Estados Unidos. Nuestro sistema electoral es reconocido en el mundo. De manera destacada lo mismo en la OEA que en Naciones Unidas.
Pero, sobre todo, nuestro sistema electoral encabezado por el INE es apreciado por los mexicanos, que podemos votar en paz, con seguridad de que nuestros votos son contados, que podemos conocer los resultados electorales por la noche del mismo día de la votación, que las casillas electorales están bien organizadas y llevadas adelante por personal capacitado, que las votaciones se realizan en paz y con respeto entre los ciudadanos.
México ha tenido por décadas, desde la instauración del actual sistema electoral, el reconocimiento y respeto de los ciudadanos a su democracia, que hoy pretende ser modificada por el presidente López Obrador y sus seguidores, con miras injerencistas por parte del gobierno en el sistema electoral mexicano. Las reformas impulsadas y propuestas por el Presidente y avaladas por su partido Morena , pretenden injerencias que debilitarían la organización misma y el funcionamiento de las elecciones.
Nuestro sistema electoral es autónomo, y desgraciadamente los cambios que pretende realizar el Presidente y su partido, Morena, debilitando y controlando nuestra democracia, renuevan la injerencia gubernamental de hace más de tres décadas. Se pretende transgredir leyes constitucionales por parte del actual Presidente, al que no le corresponde ninguna injerencia en las elecciones como pretenden sus propuestas de cambios. Todo ello por iniciativa suya que pretendería una regresión hacia el control del sistema electoral por parte del gobierno; en contra de los derechos constitucionales de los ciudadanos en materia electoral, afectando el derecho a votar y ser votados con elecciones limpias y transparentes.
Las propuestas en contra del sistema electoral actual, del presidente López Obrador , no han sido bien recibidas, rechazadas por la mayoría de la ciudadanía. El mandatario ha seguido caminos equivocados que no le corresponden, fuera de sus atribuciones constitucionales, cuando pretende, de manera agresiva e insistente, debilitar, controlar y/o desaparecer al INE, comenzando por quienes lo encabezan, que son quienes tienen la representación de nuestra democracia en México. Sus acciones presidenciales y sus dichos contra el INE van en aumento públicamente. Lo que denigra no sólo al INE que tiene un importante apoyo ciudadano, sino al Presidente mismo que actúa fuera de sus atribuciones constitucionales. Ni al gobierno ni al Presidente les incumbe entrar en ese terreno político, que no es el suyo.
La cuestión electoral se ha vuelto compleja, con la cancelación o inexistencia de diálogos políticos de alto nivel, en vez de acusaciones y amenazas, o burlas desde el pódium presidencial. Todo ello afecta también la discusión en las Cámaras de Diputados y de Senadores, sobre las reformas propuestas con una creciente agresividad, de Morena, el partido del Presidente.
El problema se ha vuelto crítico, por la actuación de AMLO contra el INE, que representa ni más ni menos que a nuestra democracia, la de todos los mexicanos. Parece considerarlo su enemigo, cuando les dice a quienes representan y encabezan al INE, racistas, fascistas o enemigos de los pobres. ¡Vergonzosas las expresiones presidenciales! Alentadoras de la polarización entre los mexicanos.
En cuanto a las reformas que se pretenden para el INE y la designación de quienes lo encabezarán al finalizar la gestión de sustitución de sus dos principales cabezas ( Lorenzo Córdova y Ciro Murayama ), el Presidente se ha encargado de violentar los cambios.
Y por si todo eso fuera poco, resulta que la cercanía del fin del sexenio presidencial de López Obrador en 2024, añade a las tensiones habituales de sucesión en México, la ausencia de equilibrio de poderes, las confrontaciones con el INE, y en el trasfondo una crisis como la de Nicaragua, en que el presidente Daniel Ortega en su 5º. periodo presidencial, con una agresividad que obliga a salir del país y no regresar a Nicaragua a quienes considera sus oponentes entre otros: destacadamente Sergio Ramírez (escritor y exvicepresidente) y Gioconda Belli (importante poeta y escritora), entre otros a los que considera sus enemigos, quitándoles al mismo tiempo la nacionalidad nicaragüense.
Y aún con este negro panorama externo, López Obrador, se quejó de que Daniel Ortega, el violento presidente nicaragüense, no fue admitido en la reunión de países del Pacífico.
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