Se acerca el fin del sexenio del presidente López Obrador, en el mismo tenor de aprovechar el último año en su presidencia para llevar adelante lo que considera sus grandes cambios, que representan en la inmensa mayoría drásticos retrocesos en los tiempos que corren: la mayor crisis migratoria de Centroamérica, México y América Latina, en la que por cierto crece también la migración de mexicanos hacia Estados Unidos, que hasta hace poco era muy minoritaria o inexistente por el mayor retorno de mexicanos hacia sus localidades. Ahora va creciendo, lo que debiera ser un cambio a analizar. La migración de mexicanos a EU estaba estabilizada entre los que iban y los que regresaban, ahora se ha invertido, son más los que se van que los que regresan.
Destaca también la eliminación de 18 instituciones, entre las que destacan:
La Comar, indispensable su crecimiento en las actuales condiciones migratorias, cuyas respuestas y acciones dejan mucho que desear. Destacan también el Conacyt y las instituciones para el desarrollo de las investigaciones, el desarrollo de la ciencia en este mundo que nos tocó vivir y en el que la ciencia estaba dando ya pasos importantes, sobre todo en materia de investigación.
Entre ellas destaca también el INAI que, con un retroceso importante en materia de información gubernamental y de protección de datos personales, incomoda normalmente a los gobiernos que quisieran no dar a conocer determinados gastos e informaciones.
Deberá ponerse punto final a los ataques del mandatario a la Presidenta de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña, reconociendo y valorando la labor, la opinión y las obligaciones Constitucionales de la SCJN y del Poder Judicial.
Importante sería que hubiera una armonía de los tres poderes de la Unión que marca la Constitución: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Conscientes de las obligaciones y límites de cada uno, con colaboración y respeto, sin agresiones, ni intenciones de control de las tres por parte del Presidente.
Una vergüenza nacional e internacional para México fue la destrucción del INE, garantía de las elecciones y los resultados electorales. Los integrantes de ese INE tenían y tienen el reconocimiento mayoritario nacional e internacional al sistema electoral mexicano y a las elecciones libres en México durante más de 30 años. Los ataques y destrucción pusieron en evidencia y lesionaron a la democracia mexicana. La destrucción fue impulsada y acordada por el Poder Legislativo; decidida, organizada e impulsada durante meses por el presidente López Obrador.
El Presidente tiene la obligación también de reconocer y respetar las decisiones del Poder Legislativo y del Judicial. Igualmente, éstos deben reconocer al Poder del Ejecutivo. El equilibrio de estos tres poderes y sus relaciones garantizaron el equilibrio político y trato respetuoso durante más de tres décadas en México.
Deben de reconocer y respetar los tres poderes autónomos aquello a lo que obliga la Constitución. Las buenas relaciones pasan por el respeto mutuo a través del diálogo permanente frente a decisiones en las que pueden no coincidir, pero debe haber respeto mutuo y no intromisión. El Presidente tiene en la Constitución establecidas sus obligaciones y los límites de las mismas. También las tienen claramente definidas los otros dos poderes: el Legislativo y el Judicial.
Hay casos en los que al Presidente no le gustan decisiones de la Suprema Corte que lo obligan a sustituir la crítica y las amenazas por el diálogo, pretendiendo borrar acuerdos y decisiones de la Suprema Corte que no le gustan ni está dispuesto a aceptar el Presidente, como el de que la Guardia Nacional regrese a estar bajo el control de una dependencia civil y no del Ejército. No fue decisión única de la ministra Norma Piña, sino de 6 ministros de la Suprema Corte, una mayoría que obliga al respeto también el Presidente, que no puede desconocer la decisión porque estaría violando la Constitución.
El tramo que queda hasta la elección presidencial del 2024 obliga a los tres poderes a respetar todos los derechos y las decisiones de cada poder, les gusten o no. La agresividad del Presidente cuando alguna decisión no le gusta, ya sea del Poder Judicial o Legislativo, no procede, para eso están el respeto y el diálogo y las atribuciones de los tres poderes.
Absurda e irrespetuosa fue la reacción del Presidente frente a la decisión de la organización mundial que reconoció la trayectoria profesional de la Ministra Presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña. Desde la tribuna, el Presidente desconoció de manera vergonzosa el reconocimiento que había recibido, cuando lo que correspondía era una felicitación. Mal se vio el Presidente.
Sólo falta algo más de un mes para la elección del próximo Presidente de México. Hoy es más que nunca necesario y obligatorio el respeto de la discusión de los temas que se acuerde es necesario abordar lo mismo por el Presidente, que por los otros dos Poderes: el Legislativo y el Judicial.
Hasta ahora las propuestas enviadas por el Presidente al Poder Legislativo han dejado un mal sabor de boca por un debate agresivo principalmente por parte de legisladores de Morena.