La línea de continuidad del actual, respecto del anterior gobierno, es muy clara. Ostensible. Inocultable. Innegable. Comprobable.
Es excluyente. Perniciosa. Destructiva. Funesta.
La mayoría de las acciones y decisiones asumidas hasta ahora para echarle el segundo piso al número y la letra, evidencian la prolongación de la administración autoritaria. Prepotente. Obtusa. Antidemocrática de AMLO.
Basta ver que en las reformas judicial y del Infonavit, no se quiso hacer ninguna reconsideración. Se impuso la arbitrariedad. Práctica del despotismo.
De tiempo atrás, en México se dejó de legislar para el bien del pueblo. Su Soberanía es usada para reafirmar y acrecentar en su contra el poder que tiene hoy la élite política.
Violar la ley. Atropellar la razón. Aferrarse al negacionismo frente a la evidencia del equívoco. Mofarse de todo “enemigo”. Dar cargos a personajes entregados al ex presidente. Proteger a gobernadores bajo sospecha de tener vínculos con criminales, muestran que él sigue mandando.
El oficialismo rechazará eso una y otra vez. Pero la sociedad, incluso la beneficiaria de su tarjetismo, único instrumento con el que hace “política”, no está descerebrada. Lo sabrá cuando ya no pueda mantenerla como su clienta.
El trabajo más importante con el que debió arrancar su sexenio la presidenta, siendo indispensable, ha sido pasado por alto.
Ella desconoce o soslaya que el Estado es un organismo vivo. Expuesto a peligros. Susceptible de enfermarse.
La discordia es su peor. Mortal veneno.
La concordia es la única cura. La que mejor la previene.
Ella no lo diagnosticó. No le tomó el pulso. No sabe en qué condiciones de hallaba. Hoy, muchos de sus órganos han colapsado. Otros no le funcionan bien. La gangrena lo carcome. Lo está matando.
Dejó que todo siguiera igual. Como si sólo hubiera que mantener la “perfección” gubernativa realizada por su antecesor.
No supo lo que recibió. O sabiéndolo, lo consintió.
Su obligación era, y es, ver el todo por, y con todos. No con, y para, una parte. Una facción. Un partido. Una tribu. El país es de cada uno. Cada cual debe poner su parte para que salga adelante. Lo bueno y lo malo debe ser compartido por todos.
Pero atacados. Apestados. Aborrecidos. Vilipendiados. Ignorados. Perseguidos una buena parte de sus gobernados, no pueden ser para ella un factor a su favor. Un soporte. Un aliado.
Su punto de arranque para el cumplimiento mínimo de la desafiante misión de gobernar era, y es, unificar a todo el país. No parece interesarle. No dimensiona la importancia que eso tiene.
Sus arengas sobre la unidad –“unidos es imposible que nos detengan”, dijo el domingo– no tienen fundamento. No estamos unidos como sociedad. Como país.
La unidad no sólo debe ser con sus correligionarios. Debe ser total.
Como jefa del Estado mexicano, necesita Conciliarlo. Reagruparlo. Reconciliarlo. Encaminarlo al reencuentro generalizado.
Le sería de mucha utilidad.
Lo necesita. Lo requerimos.
Unificar a toda la Nación en torno suyo sería una gran fortaleza para ella.
Cohesionarla le daría una dimensión de estadista.
Armonizarla le permitiría tener respaldo y legitimidad en sus decisiones.
Pacificarla le daría ocasión de escribir una historia personal única.
En la unidad nacional real, tendría unanimidad.
La animadversión. La pugnacidad. El rencor. El Odio. La confrontación. Los desencuentros, sembrados como nunca en el sexenio pasado. Legado vergonzoso de López Obrador, deben quedar atrás. Ser superados.
La presidenta tiene que enfrentar lo que venga de Trump y necesita tener al país todo con ella. De su lado. Contemporizar sus relaciones con cada sector de la sociedad, le daría una fuerza inconmensurable.
Con un México fraccionado. Dividido. Confrontado. Polarizado como está, no podrá contar con ese inestimable mundo de posibilidades.
Peor aún: de seguir en esa ruta, el país pagará las consecuencias. Podrían ser devastadoras.
Cada ciudadano lo sabe. Por eso, es razonable asegurar que con un llamado a la unidad fundado en hechos. Genuino. Amplio. Sincero, cada mexicano, sin importar las diferencias, le daría su respaldo absoluto. Ilimitado. Irrestricto. Permanente.
¿Cómo puede desdeñarlo? ¿Cómo puede negarse a modelarlo?
Si en algún momento se han necesitado el reencuentro. La coincidencia. El abrazo. La hermanda de todos. Para ser y hacer de todos uno, es ahora.
Nada bueno cabe esperar de la inconsciencia. Irracionalidad. Desconocimiento. Mala fe. Compromiso. Fidelidad. Conveniencia. Desinterés.
La función. Obligación. Deber fundamental e inapelable mirando al bienestar de todo el país, es del gobierno.
Unirlo, es un imperativo categórico para Claudia Sheinbaum Pardo. Es su máxima responsabilidad ético-política. Es, incluso, su oportunidad histórica. Quizá no tenga otra.
Tiene cinco años para hacerlo. La necesidad. La premura. La urgencia, le reclaman optar ahora.
De hacerlo en estas horas aciagas, sería su decisión más sabia y trascendente.
Ante esa grave falta de hoy, afortunadamente y aun con limitaciones, hay algunas alternativas.
Personas. Empresas. Fundaciones. Iglesias. Instituciones académicas, pueden ser una luz. Una esperanza.
“¡…México unido, jamás será vencido!”, dice el slogan con el que el Grupo por un País Mejor alienta esa necesidad. Que muchos buscan. Quieren. Anhelan.
Su presidente, Víctor González Torres, Dr. Simi, quien desde hace años lleva distintos beneficios a millones de personas a través de su Fundación, ahora promueve, con ese llamado, un bien general. Positivo para todo el país.
Muchos otros filántropos podrían sumarse a esa cruzada.
Por sus ideales. Agradecimiento con la vida. Valores. Fraternidad. Compromiso. Humanismo. Amor al prójimo, trabajan por los más vulnerables.
Favorecen a los demás sin pedir nada a nadie. Sin esperar nada a cambio.
Ese sector, constituye el prototipo del ciudadano que se da al otro para ser pleno. El que, en la otredad, realiza su mismisidad. El ser humano en su más alto y profundo significado. Dimensión. Valor.
El que realmente trasciende por ser, no por tener.
La magnanimidad del altruista. El bien que dispersa, alcanza a muchos seres necesitados. Desamparados. Desprotegidos.
Juntos pueden hacer mucho más. A las fundaciones de las grandes empresas, les bastaría con desplegar su capacidad oculta de llegar al público.
Teniendo propósitos comunes, los medios para hacer más, requieren un animador. Un motor. Un catalizador.
El elemento articulador de todo ese potencial, con certeza, existe en México. Tiene la grandeza. La visión. La autoridad moral. El prestigio.
Emergerá motu proprio. Las circunstancias lo colocarán en el escenario.
Varios benefactores han hecho ya un legado y aún pueden acrecentarlo. “Aportar y apostar por “¡…México Unido…” les permitiría estar en la Historia.
En todo caso, dejarán tras de sí lo mejor, que son sus hijos.
Ellos le seguirán dando vida y vigor a su obra para consagrar el nombre… y la memoria de su padre.
Línea de Fuego
Rutilio Escandón, cónsul de México en Miami, vive prácticamente encarcelado por su pasado presuntamente criminal como gobernador de Chiapas. Hay quien asegura que no puede ni asomarse a la ventana de su casa. Y tratar de salir de Estados Unidos, lo expondría a una detención… Pero el más preocupado por los despliegues aéreos y navales de ese país cerca, o en el nuestro territorio para ubicar a los capos, debe ser, sin duda, López Obrador… El número y la letra exhibe su desvergüenza afiliando a Rubén Rocha Moya, la cara más sucia que se ve del morenismo. Pero detrás de la cual hay muchas otras que pronto se irán viendo.