Era imposible. Impensable. Inviable. Sería absolutamente reprobable. La presidenta Claudia Sheinbaum no iba a recibir en privado a Ricardo Salinas Pliego. Ni para hablar de los impuestos que debe. Ni para establecer con él ninguna relación.

El dueño de TV Azteca tocó la ventanilla equivocada. Para él, eventualmente, la suerte está echada (alea iacta est). Tendrá que pagar.

En la perspectiva que lo colocan las cuentas que le hace el SAT, está perdido. Lo que se ha establecido públicamente en su contra, estaría casi por hacerse oficial.

Por la postura presidencial, todo indica que, con el cumplimiento de sus obligaciones hacendarias, en breve. Inexorablemente, será menos rico.

El magnate empujó. Pateó. Apedreó, Bombardeó al gobierno anterior y al actual con misiles verbales. Mediáticos. Jurídicos.

Los últimos son muy su derecho, pero cometió el error de acompañarlos con ataques. Críticas. Burlas que, incluso, hizo personales.

Desde su posición de poder económico indiscutible, midió fuerzas una. Otra y otra vez con la máxima autoridad del país, encarnada en la titularidad del Poder Ejecutivo.

¿No tiene un asesor, un amigo que le haya comentado que jamás ganaría esa guerra? Los habría ignorado. Solo, decidió ponerse la soga al cuello.

En los años que lleva litigando ante las autoridades, podría haber conseguido un arreglo. Al menos que el pago no se elevara tanto.

La casi certeza de que no podrá evitar la cobertura de impuestos, sea por el monto que fuere, le hará saber quién es quién en términos de poder. Sabrá “quién manda aquí”.

El poder del presidente en México es extraordinario. Inconmensurable. Descomunal. Puede ser inmisericorde. Despiadado. Ilegal. Arbitrario. Devastador.

Quien crea que puede enfrentarse a ese monstruo. Cuyas acciones pueden ser descarnadas. Salvajes. Crueles. Inhumanas, incurre en grave yerro. El Leviatán es invencible. Brutal. Implacable. Feroz.

Nadie. Ningún ciudadano. Por adinerado. Importante. Poderoso. Popular que sea, tiene la menor posibilidad de éxito si pretende ganarle. Menos, si lo presiona. Amenaza. Chantajea en cualquier forma o grado.

Es el caso de Ricardo Salinas Pliego. Su inevitable tropiezo. Fracaso. Contundente derrota frente al gobierno podría ser, incluso, cuestión de días.

Con su obsesión de no pagar las contribuciones que adeuda, según el SAT. Los ojos vendados. La mente obnubilada. La arrogancia que le inflaman sus haberes. Osadía. Temeridad, incluso le hace un favor enorme a la presidenta.

Hoy, en que apenas llega a su primer año de gobierno. Con las inauditas presiones de Estados Unidos. El tsunami de corrupción que envuelve a tantos morenistas huachicoleros con su antecesor a la cabeza, le da ocasión para demostrar su poder.

Lo que no ha hecho para tomar distancia de Andrés Manuel López Obrador, a quien no se cansa de elogiar. Enaltecer tan continuamente que llega a despersonalizarse a sí misma. A desconocerse como presidenta llamándolo presidente, la ha llevado a verse políticamente en su esencia.

La postura y la respuesta que ha asumido en este caso, era lo indicado. Correcto. Racional. Obligado. No podía ser de otra manera.

Negar la reunión que pidió Salinas Pliego para llevar a cabo “una mesa de diálogo responsable” a fin de que sus empresas paguen los gravámenes pendientes, tuvo la única respuesta posible. Aceptable. Concebible. Indubitable.

La exhibe como verdadera jefa de Estado. Como la presidenta fuerte que puede y debe ser siempre. Lo que ha ganado esta vez, si tiene voluntad. Determinación. Coraje, puede multiplicarlo. Elevarlo a la “n” potencia resolviéndole “su asunto” a Adán Augusto López y demás criminales tomboleros y acordeoneros que la tienen cercada.

Elevar la mira hasta lo más alto y sacudirse la carga que le representa López Obrador, abriría su horizonte. Empezaría realmente su gobierno. Comenzaría a recorrer el camino de su consagración.

Lo que quería el multimillonario era improcedente. Imprudente. Inatendible. Inadmisible. El Derecho es de aplicación general. De observancia obligada. Punible su violación. ¿No tiene un consejero que se lo recuerde?

Acceder a lo que buscaba, tendría consecuencias y resultados funestos para la presidenta. Su status. Autoridad. Funciones. Responsabilidad. Imagen, quedarían vulnerados. Debilitados. Expuestos.

Conceder audiencia a Salinas Pliego implicaría darle motivo. Razón. Margen para que se creciera. Para que dijera que nadie se le compara. Que es más importante y poderoso que la jefa del Estado.

Otorgarle alguna ventaja fiscal, lo llevaría a ufanarse con que “le ganó” a la presidenta. No serían descartables algunas referencias relacionadas con el tema de género en las redes sociales, considerando la intensa actividad que tiene en ellas. Que tanto le fascinan. Con sus frecuentes excesos.

Atender al propietario de Elektra para hablar de impuestos se traduciría en una pérdida incuantificable para Claudia Sheinbaum. Él, en cambio, ganaría lo inimaginable. Dejar que sea “más importante” que ella nunca. Jamás podría permitírselo.

Desataría una crítica justificada de la sociedad. Le echaría en cara el puro encuentro. No se diga si le otorgara algún beneficio. Por pequeño que fuere.

Sin tener por qué, la presidenta arriesgaría el apoyo que tiene. Su nivel de popularidad. Se la vincularía con quienes más fustiga en sus alocuciones. Caería por tierra su discurso de “primero los pobres”.

¿Cuántos otros personajes acaudalados que, tengan o no adeudos con el fisco, con fundamentos o sin ellos, reclamarían trato privilegiado también?

Someter a Salinas Pliego al rigor de la ley, representa un logro importante para la presidenta. Se confirmará que con ella. Con lo que todos debemos aportar para el sostenimiento del Estado según ingresos, no se juega.

Por eso su respuesta fue totalmente acertada. Contundente. Válida. Inequívoca: “…esto no es un asunto de negociación en lo oscurito (…)  negociación de la ley, nunca (…) Esos tiempos ya quedaron en el pasado, no es asunto de sentarnos a negociar qué sí, qué no”.

Con esa definición, Claudia Sheinbaum exhibió dimensión de estadista.

Además así sea sólo en el discurso–, se ajustó a quienes abrazan el diálogo y el Derecho, componentes básicos de la democracia:

"No es autoritarismo, la ley es ley (…) Nosotros siempre vamos a estar abiertos al diálogo. Nosotros nunca vamos a cerrar la puerta a nadie, pero negociación de la ley, nunca (…) Nada ni nadie por encima de la ley. Se llama Estado de derecho para todas y para todos".

En esa vertiente, recalcó que no hay consideraciones para nadie. Que todos los contribuyentes tienen derecho de audiencia y serán recibidos por el Servicio de Administración Tributaria (SAT).

"La ley es la ley", dejó inconfundiblemente claro.

Y si dura lex, sed lex (la ley es dura, pero es la ley), y ha de serlo para cada cual mirando a mantener el orden, la justicia y la paz en beneficio de la sociedad, Ricardo Salinas Pliego, a como están las cosas para él, tendrá que desembolsar muchos millones de pesos.

Cobrarle a él, como uno de los grandes y poderosos oligarcas que es, tiene también un hondo significado para la propia presidenta:

¡Puede! ¡Sí! ¡Puede!

Es de desear que asuma esa capacidad para gobernar. Lo primero que necesita es creérselo. Internalizarlo. Concretarlo en sus acciones y decisiones.

Puede ejercer el poder en beneficio de todos. Por su propio bien. Por el bien de México. El momento histórico que vive le exige continuar en ese rumbo.

Mantenerlo, la obliga a deshacerse del pesado fardo que lleva encima.

Nadie en este país, ignora que su nombre es... Andrés Manuel López Obrador.      

Línea de Fuego

           El Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) es feudo de unos cuantos. Por años, se han apropiado de los recursos que maneja esa institución, según ha expuesto con meridiana claridad; con nombres y hechos, Efrén Hernández en El Universal. ¿Habrá alguien que ponga remedio a esa injusticia, lindante con el fraude?... Seguramente la diputada Bertha Osorio, diputada de Morena, tiene una amplísima cartera de empleos para que los ocupen los pasantes sin perder el tiempo elaborando una tesis. A su ocurrencia de que se elimine este requisito, podría agregar que los titulen sin que cursen la carrera. Podrían ser “políticos”, como ella… La presidenta de la República ha salvado a más de un gobernador del rechazo popular durante sus giras. Esas expresiones derivan de su mal desempeño. Sería mejor escuchar las quejas y motivarlos a mejorar. Todos ganarían. Cubrirlos es incitarlos a reincidir…Rocío Nahle está en problemas por los señalamientos sobre el huachicol que, en su contra, ha hecho el general y exsubdirector de Salvaguardia Estratégica de Pemex, Eduardo León Trauwitz. Pero puede estar tranquila. Tiene la protección del huachicolero mayor de la política… Luisa María Alcalde, supuesta líder de Morena, cree que la gente se traga su palabrería de que su partido no está en la misma canasta que el PRIAN. En efecto. Sabe que está en el bote de la basura. ¿O qué es toda la corrupción que sus integrantes más conspicuos derraman por doquier y que no se atreve a expulsar?… La preocupación de la presidenta porque no se haga la mínima insinuación de que hay un “rompimiento” entre la política de abrazos, no balazos de AMLO, y la que ella está desplegando, alcanzó al embajador de Estados Unidos en México, Ronald Johnson, de quien rechazó esa apreciación. Era un elogio... Es evidente: México no colaboró en el golpazo millonario que la DEA asestó al CJNG, como lo reconoce el gobierno. Habrá más acciones y tampoco será tomado en cuenta. Así se concreta la cooperación, no subordinación… El tal Adán es el único que, con toda desvergüenza, se cree sus mentiras, envueltas en un discurso justificatorio y cínico que entraña amenazas y advertencias. Haga lo que haga, no tiene escapatoria. Estados Unidos no lo va a soltar pese a la descarada protección que aquí recibe… La inestabilidad, el desorden y la violencia, siempre temibles, afectan cada vez con más frecuencia a la UNAM. ¿Tiene el rector, Leonardo Lomelí, una estrategia para frenar y cancelar esas amenazas?... Pero Francisco Garduño, ex titular del INM, no escapará al juicio de la Historia.

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